El preludio
los dos fuegos simétricos
que al final se tuercen
para acercarse sin puntos
ni sintaxis ni líneas puntiagudas
ambos equilibrándose
paralelos, en la misma lágrima,
y se suicidan caen erectos
colisionan contra el cielo
contra en único árbol cataratoso
se confiesan obligados nunca arrepentidos
mientras se les escuecen
los filtros vírgenes que les quedan.
Y ya en el infierno de la basura
siguen persiguiéndose
comparten otoños
viajes prematuros desde el sol
para partir sin correas
hasta algún charco sideral
en el cual por fin podrán echarse
podrirse andropáusicos
y sufrir mientras rezan
y caen en el sexo
con las manos abiertas.
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