martes, 31 de diciembre de 2013

Elegía al verbo

La inevitable curvatura
se distorsiona una y otra vez
el rostro fruncido de las palabras
arden de frío o de fuego
pintados sus labios de sonrisas
diligentes se cercenan con un pañuelo
amarrado en las piernas abiertas
visten de galaxias purpúreas
y puercoespines olvidados
desde daguerrotípicos criminales
a las más artísticas formas de venirse
impedidas de forjarte la daga
con que partir en dos tus pies desnudos
interceptan nuestros agrestes caminos
mas los retumbares no me erectan ni un cabello
porque si tú estás ¿quién necesita pronombres?
¿quién necesita secretos cuando tú estás cian?
¿quién necesita los quienes si vos sos quien?
entonces así como quien no quiere la rosa
como quien no quiere ya más que arcaísmos
me recuesto en un sofá degollado
abro un amnésico libro circuncidado por grafito
lo lanzo al cielo y me grito
qué putas vine aquí a decir.

Desde la felicidad eterna
los linderos se arrancaron los ojos
y vos tenéis la culpa.

lunes, 30 de diciembre de 2013

Francóvich

Aprender a llorar con sonrisas. Francóvich.
A pegarnos con insultos de goma. Francóvich.
A suicidarnos los padres. Francóvich.
A regar nuestras propias heridas. Francóvich.

Una sola pared

A veces
quisiera vivir
en una cápsula
una enorme
y transparente cápsula
un círculo invisible
y que nada me mire
y que nada me toque
especialmente las palabras
esas extáticas y volubles
ARMAS NUCLEARES.

viernes, 27 de diciembre de 2013

Ni Francovsky

Aún recuerdo
cuando milico gritaba en la escuela
alzaba en el orden más poluto
los brazos y manos
recuerdo que tenía patria
y no se hablaba de aborto
mi madre iba a esperarme siempre
y no existía la poesía
ni versos
ni galimatías
ni Francovsky.

Ni el amor.

Ni el sol de caña.

jueves, 26 de diciembre de 2013

Me supe

Hoy me supe viento y alcantarillas
despertar mohoso de ciento de piedras fugaces
la indecorosa onomatopeya sofocada
tras cierto montón de tela
hoy me supe el sol lascivo that reached my loins
el continuo escozor eclipsado
por el humilde peso de la conciencia
que travestía unas manos infinitas
acechando tus negros tirantes.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Íbol, o el principio de un cuento

«Soy ibol», me suele decir Piero con una sonrisa trivial cada vez que lo sorprendo en medio de sus perversiones, como cuando intenta taxidermizar aves rapaces en domingo por la mañana o morderle los picos a los patos de la abuela para que crezcan deformes. Íbol, eso era: Í-bol. Así se ha autoproclamado, muchacho villano sin culpas, concupiscente armónica inintencionada, íbol. Logoclónica palabra aquella, logoclónico portador. Suelo preguntarme cómo es que logra que me embelesen todas las palabras que salen de su sucia boca. «Soy íbol. ¿Por qué no te alejas de mí como los demás, Adbekunkus?»

Railroads

Usufructo de vaivenes
y saber que estás
bajo nuestros portones
a cien millas de donde parpadeo
cien millas empapadas
desligándose fantásticas
cortando milímetros
para verte, Francovich.

Atardece al revés

Anaglifos
el brillo lacera mi oreja
esa en la que caminas
y trotas y corres
se refleja en mis anteojos
se refleja en ti
se refleja
perpleja
te ama.

Un delirio.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Haikus

Hoy me restriego
yo que sé que los ojos
son caligrama.

II
Mis tus huesillos
lánguidos rayos de sol 
se marcharon ayer. 

III
Par de felinos
amor de arcabuces
que no marchitan.

IV
Iluminación
las losetas resisten
nuestras pisadas.

V
Muchas miradas
humo de cigarrillo
sonríe todo.

Son planes

Pero nadie se lamenta:
Dios desde su hamaca
así lo dispuso.

After suicide

The rope is dirty now
it is said
that butterflies will purge it
as they are
the overflowing hypocrisy of beauty
the gross patches pouring blood.

Tras suicidio

La soga anda sucia ahora
muchos dicen
que las mariposas han de limpiarla
porque ellas son
la desbordante hipocresía de la belleza
los parches empapados
                              de sangre.

Otro color

Sogas presionan mis meridianos
rojo rojo rojo cubierto de polvo
rojo también mis ropas rojas
los ojos rojos la maldita cabeza roja
nunca tuve religión lo admito
parricida criptógamo en absoluto
nada de esto se trata del
invevitable cataclash mediático
sino de los fantásticos monólogos
que llego a recitar cada vez que muero
esta vez es el infierno el sol la cerilla
la sangre el paroxismo cien llagas
el rojo amante obsesivo de trenes
rojo-rojo-rojo-rojo-rojo-rojo-rojo
grito con los labios cerrados grito
grito color rojo grito
avanzo
y el bam.

Otro color.

martes, 17 de diciembre de 2013

Polillas

Llevo todas las bombillas apagadas en este cuarto, de modo que la pantalla del ordenador es la única concentración de luz; leo una novela corta de Bataille; se escucha como fondo una canción de Sabina; y aparece pequeña sobre la segunda ele del erótico francés. La veo e intento escucharla. Frustrado, junto las puntas de los dedos índice y pulgar y la golpeo con una uña. Se va. Deja transcurrir un par más de líneas para posarse sobre el rincón más blanco del monitor.  Conjugándose con el instinto católico que poseen estos bichos, procede a restregarse, frenética, fuera de sí, en la pantalla. Así, presa de la curiosidad más absurda, pego mi nariz hasta casi tocarle la pata que hace unos minutos rompí, y no se inmuta. No se inmuta y yo, guardando la respiración, la escucho. 'Amén', dice. Entonces mi dedo la presiona contra la blanquísima y dura superficie que tantos tormentos le dio.

domingo, 15 de diciembre de 2013

Vuestras deliciosas oblicuidades

Ni los sábados anestesiados
zurcen nuestras perfectas digresiones;
¿irán tus miríadas de negros faisanes
a reposar en mi pecho acordeónico?
¿Picotearán hasta quedar dormidos
y yo poder hacerles nuestros?

¿Qué punto tiene saber perfectos
de ojos de virreyes, piel de escandinavos,
mitos griegos, torturas chinas, botánica,
engranajes, senderos y el hambre en Etiopía
si resumes el mundo cada vez que me miras?

They'll never

But they'll never get to see, my dear,
the sunshine of our love
or the dawn of our lullabies
just the hidden lighthouses
we own
we own.

Ya sabéis

Ya sabéis cuán tristes son las trompetas
por ser del viento
ya sabéis cuánto se esfuerzan las dalias
en ser vuestras
ya sabéis cuánto me regocijo yo
por morir en Francouer.

Cotidianidades

Avecilla hexápoda
reposa tus sables
y la viscosa levedad
de tu incontinuo arrastre
contra las ventanas
en esos rojos omnibuses
ruge las plumas transparentes
que te predican las manos
extrañas y cinísimas
sobrevive las manos rotas
que a fuerza de viento
intentan derrumbarte
tácitas y repentinas
mira
repite
toca.

Entonces pósate en mi mano.

La clase

Con la espuma con el céntimo
se exhiben los minúsculos
visten almas y rutinas
horarios y exactas locomotoras
conjuran en masa los cines
burda mitomanía y zapatos de lona
las tiaras de oro y bien puestas
pútridas misiones de un divino basural.

Let's say the Earth is flat again

Música nueva de exorcismos
traqueteos de mango dentado
famélicas representaciones del bien
la imagen nos retrata
mas no es nuestra alquimia.

viernes, 6 de diciembre de 2013

Arcano

Es que acaso se circuncidan mis labios
cuando oxidan la atrocidad de los asfódelos
y la desnudez crepuscular tras un campo de losetas
irisadas y matizadas como el claroscuro otoñal
o la Atlántida malinterpretada de Van Gogh.

Es que acaso my dear my darling one
los puntillos que rodean la apatría de tu estambre
son tatuajes que recitan eternidad
mientras las calandrias desvían los ojos
y lloran polvo de estrellas
arcanas nos levitan los abrazos
reposan en los montes más alquímicos
para dejarnos retozar en el horizonte
en un punto muerto de este mandala.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Vinagre y rosas

Suena el golfo errante de la amnesia
terrúnicas saliban negras y cuartas
preguntan curiosas dónde sus afluentes
dónde ahora, dónde la dríade Pontavedra
sus euros perdieron en el bombardeo de lunas
la parafernalia sin fango y verdosa
encuadra las límpidas pequeñas cataratas
que le colocan el báculo a la eufonía
mientras bandadas manieristas
estrían el retrato en que sonreímos nosotros
como si todo fuera intencionado.

jueves, 28 de noviembre de 2013

Decires de Jean Paul

Pretendo la más bella de las miniaturas 
adamantino no esparzo migajas 
sino ceniza del más grande habano,
pedacillos de ego fornicando en guiones. 

Ruborizo valquirias sin lustros 
esgrimo mis nobeles de escarcha 
me basta con escandalizar algún efeme 
para sentirme daguerrotipo, huno. 

Grito sarcamos e interjecciones 
envuelvo en papel crepé mis llagas,
me cansan las historias de perfil,
mejor me salto unas cuantas vidas. 

Pero nadie cae en cuenta, nadie, 
solo muchachas que esnifan mal la sintaxis
hacen zancadillas con mis pies,
se memorizan mi par de haikús. 

Re-tratar

Me gritas antifaz y la lerda luna
tropieza con halajas y querubines
en su reino osamentas sufren arañan
cuando llega el rictus mortis 
cuando vibra incesante la campana 
que asesina el movimiento.

El tintineo de mitades sobre octubre
esgrima y escudo de ruedas silentes 
giocondas se suicidan 
poco a poco zurcen
sus dóciles parricidios 
y las miradas fijas
que tanto os atormentaron.

Algún monaguillo celebra su cactario 
forman los mercurios tumbas apátridas
cuyo epitafio escupe un oxímoron 
le faltan engranajes a las cinco 
a los relojes anacrónicos
que despiden sus arrugas
llenos de moretones cinematográficos.

Las horas se alargan
más narradores se extravían 
pelotón de fusilamiento 
tras la feria de las comas 
ojos caminan aprisa
como si fueran a algún lugar 
juegan los meñiques
buscan la equis
y oh la eufonía.

Entonces amanecerá.

Pero nadie nunca entedió
que esta solo era una manera
de tensionar más los ecos. 

Si fuera

Si fuera la nota más falsa del alfabeto
si fuera
si fuera el fuero que emanas
si fuera
si fuera sifón de fuego
si fuera
si fuera fe pútrida tras centurias de falanges
si fuera
si fuera comillas desfasadas
si fuera
si fuera farísea epístola triunfante
si fuera
si fuera fosa infinita
si fuera
si fuera el famélico susurro cadmio
si fuera
si fuera faisán de adioses
si fuera
si fuera el frío sepia que ya ni cala
si fuera
si fuera más que una falacia trotamundos
si fuera.

viernes, 22 de noviembre de 2013

Uniédrico

Retozar en un futuro pródigo.
                                                                                 Las comisuras desfasadas.
               Ironías.
                                            Barracones de sufijos.
                                                                                                                       Troya de lágrimas.
      No nos gusta mucho la oscuridad.
                                                                       Es que nos transcurrimos tanto.
                            Coprolalia.
                                                             Desmesura.
                                             
                          EL ESPAÑOL ES UNA LENGUA MUERTA. 

                   Pero te sigo. 
                                      Y te fluyo con mis pocas palabras.
                                                                                          Con lo que he aprendido.
                                                                                                                                 Diecisiete. 
         Rompecabezas. 
                                                   Futuro cosido.
                              Ojos también. 
                                                                                              Sempervirencia. 
           Trafalgares.
                                      En ningún mes hay milagros.
                                                                                                                     Maltratar tu nombre.
                                                                        Sollozar.
                                                                                               A cuatro manos.
                No intenten unir los puntos.
                                                                  En los espacios conviven las estocadas. 
   Sangramos.
                                                                                                         Siempre eufóricos.
                           Nostalgia. 
                           Portugués intraducible. 
                           Te extraño.
                           Extraño.
                           Qué cosa.
                                                                 Tomar los arcabuces.
                           Contra los versos. 
        Preferir los fracasos. 
                                                Y dinamitar el arte. 
                                                                                         Así es la fórmula. 
Retozar en el paroxismo. 
                                     
  FRANCOVSKY. 

miércoles, 20 de noviembre de 2013

La idea

En realidad
la idea nunca fue 
resistir juntos el ocaso.

Sino dejarnos abrasar 
por los paroxismos 
en que se inmolan
ambos sures.

Allí donde bebemos
de la corteza 
de las hiedras venenosas.

Donde dibujan horcas
los niños.

Y les muerden los picos a las aves.

La idea.

Siempre fue el viacrusis.

viernes, 15 de noviembre de 2013


Yo no sé si tú, Francovsky.

Y recuerdo que eres tú

Y recuerdo que eres tú
el primer abrazo que eclosiona
desde el regocijo transatlántico
donde retozamos a diario
y vemos el mundo orbitar
en derredor de nuestros labios
que histéricos se separan
cada cuatro u ocho con veinte.

De pinturas mal vistas

Digo que el mundo 
llegará su pico más primavera 
cuando no solo nazca Venus,
sino toda la galaxia Andrómeda 
y los síndromes stendhálicos 
que el medioevo extraterrenal
resopla y fornica. 

Eva

Sofocar la gorgona
mientras la miras a las ojos
transcribir sus escamas
empujar las estatuas
de nobeles y beatos
verlas quebrarse
en la armonía del sollozo
besar el suelo
impregnado de muerte
y pútrido estatismo
saborear el eco
que suplica su pérdida
dentro de su caja torácica
ver cómo los torbellinos
pobres retazos del amor sin helio
avivan la trifulca
y las sordas onomatopeyas
de esta gloriosa camaleónica mujer
admirarla en su mejor muerte
distinguirle los sofocos
tanto rugido como vendavales en jaula
que rezan logoclonia:
Eva, Eva, Eva.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Sin intenciones, cadena

Y yo sabía que eras tú
    junto a todo ese asunto
       de tu meteorismo intestinal
          quien refulgió de la más
              lastimera de las querellas
                 en que nos debatimos nosotros
                      tintas derramadas en ocaso
                          coro discordante de matices.  

Tras despertar

Pero tú estabas muy escondido 
frotándole vinagre a las vasijas 
sirviendo todos esos cocteles 
intentando hacer más uniédrica la Luna
fracasando en la victoria.

Sputnik

I
Solo alcancé 
emperos y distancias
que acribillaron 
nuestros pútridos marsupios.

II
Y se entristecieron 
los cristales,
en su llanto 
me susurraron al oído.

III
Que despierte,
que Francovsky.

Estela

I
Telúricos abrazos los tuyos, 
y qué asiática mi corteza;
Ragnarok en tus oídos, 
y el regocijo en el Valhalla.

II
Soñé el resquebrajar
de nuestros vendavales
y los cimientos
del bioma más soleado.

III
Entonces intenté tomar
la pequeña mano que me tendías
ebrio de cometas,
con los ceños en las manos.

Quién

Francovsky
quién sino tú
para hacerme saber
que la mejor prosa
está escrita
y acribillada
en el aire que respiras
escondida
entre las hojas
y las polillas
que se nos suben
siempre
por las manos.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Flora disimulada

I
Un cigarrillo
después el sol 
y las camisas remangadas
el atajo 
la pequeña taberna del roce.

II
Levantamos restos 
de nuestra existencia
con cada paso 
que nos aleja más 
de la estática cordura.

III
Nuestros pies 
dibujaron líneas paralelas
y las hemos descontado 
y nos hemos detenido
al ver, al vernos, averno.

IV
Divisamos la fortaleza más grande 
y la hicimos nuestra
conjugando nuestras mañanas
solitarias por cierto 
frente a la criptogamia. 

V
Porque es en derredor
donde se sostienen las agujas 
los alfileres 
las lanzas espartanas
de la flora perdida.

VI
Y prometimos volver allí
y mirar cómo 
se suicidaba la infancia 
pendiendo del hilo más lúgubre
de las hachas.

VII
Pero no encontramos nada
salvo al amor cercenado 
allí donde se pierden
las espinas 
y los estuches. 

VIII
Así que voy a encallar 
en medio del desgaste 
e intentaré abrazar 
el fálico fruto 
del árbol del camino. 

Just to see


When madness
-grinning and usually plastified word- 
reaches our rusty lights
and burns the railroads 
of our own 
unoccupied tornados
an old woman 
a dirty boy
a flagellated day-walker 
rise their demons up 
their grey paroxism
their coal stardust
and deliriously start
to bark at stained brains
just to see what if
just to see whay if.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Fabricante de satélites

Dos mil doce, año bisiesto, el hombre lleva al menos seis meses de contemplación del mismo horizonte, desde el mismo punto, sin haber lanzado un suspiro. Un parque miraflorino con el mar a la derecha, barrancos al lado y un gran faro en medio de todo, esperando buques que nunca llegarán. Las gentes lo recorren todo el día, sin reparar en el eterno ocupante de la cuarta banca contando desde la izquierda: un tipo cuarentón, masculino, con barba de tres días, impasible, con rasgos marcados, unas cuantas canas, unas cuantas arrugas, ojos marrones. No había un solo día en que no viera el ocaso desde su asiento, siempre con solemnidad, poniendo especial atención en los parapentistas que suelen surcar el cielo a esas horas.

El último día de febrero aparece, como la continuación de una larga sombra, de una calle oscura en la que solo hay una destartalada librería y un par de burdeles. Porta un rifle. Calmado, se sienta donde acostumbra y espera a las cinco con treinta, entonces se yergue y fija la mira en el Sol. Se mueve a la derecha. Un paso, dos pasos. Se detiene. Cinco minutos después, se atisba un parapente dirigiéndose hacia el parque. Dispara. Nadie oye nada, el parque está desierto. Solo un par de ladridos y el continuo bullicio del tráfico. El hombre frunce el ceño y se relame las comisuras de los labios; el parapentista, muerto por una bala en la cabeza, pierde el control del artefacto y lentamente se adentra en la zona urbana. Recarga el arma. Se fija el blanco. Dispara. Esta vez una señora de mediana edad y su guía mueren perforados por la misma bala. Se repite la operación tres veces más. El hombre recoge las balas, se pone el rifle al hombro y entra silbando al mismo callejón, donde se confunde con las sombras de los hoteles. Las víctimas, al final de todo, son un niño, un estudiante de Literatura, dos mujeres y dos guías. Todos los cadáveres deambulan por la capital y sueltan un pútrido hatajo de sesos, intestinos y sangre coagulada sobre los rostros de los viandantes. Pasan tres días hasta que, tras una operación que le dio vuelta al mundo, lograron cortar los parapentes, dejando que los disparados cayeran en las azoteas de las más burguesas residencias de Lima.

Reminiscencia

Ah, Franco, si supieras de lo que te hablo, si lo hicieras. Caminábamos por primera vez en esa plazuela del Centro, ¿recuerdas? Sintiendo que las aves se mofaban de nosotros mientras extáticas  tragaban todas esas migajas. Estabas tan feliz y pequeño y yo no podía dejar de tomarte por la cintura, no importaban ni la señora de al lado ni el titiretero y no me abraces aquí, amor, al frente está la Catedral, con esas sonrisas de grafito que solo tú me sabes esbozar, cual óleo. Tarareabas una canción de jazz, también. Al Bowly, Franco, si solo. ¿Y Morrisey gruñendo?, ¿Beirut?, ¿Nantes?, ¿Drexler?, ¿Mogadiscio?, ¿nada, querido? ¿No me conoces ya? Yo que fui tu abrazo en la intemperie, la luz del sol donde el sol la toma, como decías. ¿Cortázar? ¿Moro? ¿Capote? Entonces cogías mi mano y la llevabas a tus labios, me ofrecías un cigarrillo casi consumido por completo; le daba una pitada y exhalaba dentro de tu boca. Estaba oscureciendo ya, y las buganvilias estaban más podridas que nunca. No sabíamos a dónde ir: Lima no nos llegaba a los talones. Comenzamos una de nuestras ya acostumbradas charlas sobre lo que haríamos cuando cumpla dieciocho y tú veintidós, París, buhardillitas, gatos, poemas, parapentes, eso. Y dijiste que me amabas. Te besé, me besaste, nos susurramos La vie en rose. Fue en ese momento cuando comenzaste con las arcadas. Al principio no me sorprendí, porque te solía faltar el aire, especialmente en las últimas semanas, eso sí lo debes recordar; acaricié tu espalda y le di unos pequeños golpeteos, esperando a que se pase, como acostumbrado. Pero, amor, tu tos empezaba a preocuparme. Calculaba la distancia entre nuestra banca y el hospital más cercano cuando te desmayaste. Escalofríos recorrieron todo mi cuerpo. Te veía sobre las baldosas con la cabeza hacia el norte, como una brújula. Tomé tu cuello y un par de señores tomaron tu cuello, corrí tras de ti y muchos niños corrieron tras de ti, no me escuchaba gritar y solo veía flashes y oohs y ahhs e hija mía por eso no se casan entre hombres. Y hete aquí ahora, frunciéndole el ceño a Claudia y Diana, a Susan, a Giuliana, a Monikoff. A mí. Como si nunca nos hubieses visto, amor. Como si ninguna jitanjáfora ni caracol, Franco. Como si nadie.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Alguna vez supe encontrarte

Alguna vez sabré encontrarte.

Y voy al carrusel de los arcabuces oxidados
a ver si estás en la punta de una bala.

Araño la tierra hasta sangrarle los decálogos.

Revuelvo las agujas hasta dar con la paja.

Hago latir nuestra mi epidermia.

Tendonizo hasta tu monocromía.

Porque alguna vez
sabré encontrarte.

Y, sí, nada, Franco.

viernes, 1 de noviembre de 2013

Perdón que te desmiembre el poema

Perdón que te desmiembre el poema
pero inevitable es
no iniciar una procesión
que camine hacia nosotros
y saborear tus guiones
con la paciencia de una mantis
que nunca quiso creer
que se pregunta siempre
por qué le pronuncian con sotanas.

***
Perdón que te desmiembre el poema
pero es en el ardid de los viernes sin ti
en que me pongo a pensar
sobre la manera en que moriremos de hambre
y tus reacciones.

***
Perdón que te desmiembre el poema
pero quizá te guste saber
que contigo estoy
hasta cuando
se nos acaben las fotos
y los anacronismos, Francovsky.

Adlátere

No sabe el barbirrubio querubín
que sus alas
-ahora llenas de humo,
mierda de paloma
y balas perdidas-
están sostenidas
por esas pelotas de acero
con que juegan soccer
las divinidades
y no hacen
más que ensanchar la reyerta
entre los medios
y los basurales.

Parece nuestro

Parece nuestro día a día unas fichas oxidadas de tragaperras, montones de papeles que nunca llegaron a ser cartas; no sabe de proas ni bavores, solo se mantiene a flote a base de telescopios. 

O a la noria que rompió sus centros y comenzó a vengarse de sus viajantes mientras se enterraba en la arena. 

O a los paracaidistas que recibieron una bala mientras estaban en el aire y ahora vomitan sangre en las terrazas miraflorinas. 

O al artista a quien le ganó la nada. 

O al palíndromo que siempre sopló las velas deseando algún día estudiar aritmética y que le llamen capicúa. 

O al moribundo que no quiso tener sida sino lepra para irse desollando y dejar su existencia regada entera por los jardines de sus enemigos. 

O al perro que le teme al agua y tiene como dueño un aficionado a las peceras. 

O al obeso fantasma que no cabe en el bote de basura, donde siempre quiso haber muerto. Aún. 

O al muchacho que dejó de fumar tantos cigarrillos porque quería mantener sus sufijos y besos bien pegados a la persiana. 

jueves, 31 de octubre de 2013

D

Dados: Eliana pasó lo que faltaba de la tarde recostada en un viejo sillón que antaño le pertenecía a su abuelo. Comenzó a pensar en cómo hubiera sido y a darle una personalidad. Lo vio imponente, igual a su padre, con ojos negros como la sombra y brillantes como espejos rotos, con abundante barba y un acento español marcado, Alfredo Murillo, pequeño héroe de San Miguel, fundador de un pueblo alejado donde nada pasa nunca, ni la muerte. Medio adormilada, iba recordando a medias un relato que su madre- florero del mundo, desarticulada superficie-, le contó unas semanas antes del terremoto.

»Se decía que Alfredo Murillo, en sus últimos años, fue un gran devoto del azar. Ateísimo, claro, y a más no poder. Pero que nunca pudo evitar lo verosímil de los dados y las cartas y el destino y los astros; con respecto a los últimos, duda, duda. Y Chopin. Se decía que fie muy culto, también, y que le gustaban tanto los libros como las mujeres. Tanto, que no era extraño para los vecinos encontrarlo en la intemperie junto a las obras obras completas Shakespeare y Julia -la hetaira, el ridículo eco de Juliette de Sade- en sus brazos, restregándose los ojos con matutinal frescura. Pero esas son otras historias, Eliana, que pasaron después de la muerte de tu abuela.

Alfredo Murillo era conocido también por su completo apoyo al establecimiento del arcaico San Miguel y la metamorfosis que sufrió hasta convertirse en el pueblillo de quintas y alamedas, de florecillas y tangos que es ahora. Fue él quien propuso instaurar una entidad llamada «Control de Crímenes», que luego dio paso a la municipalidad del pueblo; y actuó como una especie de sheriff en los primeros años del pueblo, además de ser alguien siempre dispuesto a ayudar en las nuevas construcciones. Por eso siempre fue admirado en el pueblo, por todos: los niños de la escuela, las amas de casa, los tranquilos ancianos. Incluso la plaza de armas llevaba su nombre. Sin embargo, había alguien a quien nunca llegaba agradar. Una muchacha medio andrajosa, llena de rasguños en las manos y rodillas, hija de algún mercader limeño: Precy. Pechi, le decían. Solía decir siempre que el joven Murillo era un aprovechador de quinta que solo quería postular a la alcaldía e ignorar el pueblo después, mientras se regodea en su egotismo. Eso lo cautivó, dicen, y se inició un odiseico romance que, unilateral al principio, fue convirtiéndose, tras fuertes pinceladas, en una historia de las buenas. 

miércoles, 30 de octubre de 2013

Ecolatría

Obsesivo frenesí por los todos
y los atentados
y el rocanrol
y Anagrama
y Olivetti's.

***
Autofágicos viandantes
que no saben más que tomar una combi
y dormir todo el camino
mientras sostienen un diario
de lodo en sus manos llenas
de panfletos bancarios.

***
Ansias de Nietzsche en los oídos
el ruso aquel de esa novela que tanto odiaste
susurrándote que deberías
que deberías.
Que puedes.

***
Cerca de Nantes
o cerca del puerto
o columpiándonos entre la brea caliente
o aletargados desglosándonos las colas
leyendo tu cabello corto
y besándote allí donde me falta, allí.

martes, 29 de octubre de 2013

Caligrama

 ohpadrenuestro
padretuyoymio
padredetodos
- menosdeti -
destrózanoslos
tímpanosapunta
deplegariassantoyseñaohpadrenuestro
tedoymispalabrasymisconversaciones
conlanieblacataratosaquenosopaca
conelseñorestetoscópicoquenonosdeja
conelruiseñorquenuncaquisevermuerto
ohpadrenuestro
padretuyoymio
padredetodos
- menosdeti -
destrózanoslos
coloresylatarde
ahorayenlahora
denuestramuerte
adiósdigoamén.

La antropomorfia

Pero
      la
          antropomorfia
      nos
      deshizo.

lunes, 28 de octubre de 2013

A veces

A veces cansa
saberse inseguro 
cada ocaso
cada rechinar de puertas
cada trueno 
cada perro
cada peldaño 
y un tranvía.

Acrónimos inesperados

Reminiscencia Kent-río
nos sentamos donde nunca
antes de, antes.

Ambos tenemos
esa manía de dormir
sobre los pensamientos del otro
y molestarse
con violentas treguas
junto a un par de sinfines
de escaleras y tirones.

Trastos panfletos soles que fastidian.

Me miras fijo me desvío hacia tus labios.

Escarapelarse reñirle al horizonte.

Ando despacio abismo de araucarias.

Ora aúnes ora siempres.

El hipérbato.

Luego, el mundo.

domingo, 27 de octubre de 2013

C

Comienzos: Eliana escucha algunos golpeteos de pequeñas piedras contra la ventana de su cuarto de juegos -que en realidad es un espacio a medio construir adornado con los rododendros y muñecas de trapo que gustaron siempre a mi abuela- y abre apresuradamente las puertas del balcón, a ver si es Adolfito, el hijo de don Eleazer, dueño de una gran hacienda al norte de la ciudad. No hay nadie. Ella asoma su cabeza por entre las barandas, curiosa. Se oye solo el rechistar de una empleada que odia lavar gallinas. Eliana se encoge de hombros y sigue conversando con Lilia, su muñeca, sobre sus planes de fugarse a Lima con su novio de trapo, Julio del Alba. De pronto se aburre y decide conversar con la refunfuñante mujer, quien le jaló de las trenzas cuando vio sus zapatos de charol llenos de barro y jugo de mora. «Las señoritas deben ir siempre limpias, como dice la Constitución. Eso de andar limpia es ley, querida, es ley -dijo, tras haberla golpeado-. Ahora ve a jugar mientras yo termino con estas gallinas. Y cámbiate de ropa.»

«¿Soy yo una señorita?», se preguntó Eliana.

viernes, 25 de octubre de 2013

B

Beso: Mi abuela viene de un pueblo llamado San Miguel; y nadie sabe exactamente dónde queda, ni ella misma. Es que hay muchos lugares con el mismo nombre. Pero existe en Áncash una homónima y pobre comunidad que ahora poco se parece a la Atlantis peruana que describe Eliana siempre: un arco gigante, gigantísimo, riachuelos que contenían el agua que bebían todos a diario sin enfermarse, una gruta llena de estalactitas, arquitectura española en las casas de más de tres pisos en la falda sempervirente de los montes, mitos que serán para otra letra. Según ella, el terremoto de 1967 destruyó todo, incluyendo a su familia. Una tarde, se encontraba Eliana, de ocho años, junto a Coti, su hermana mayor, regresando de recoger moras de algún valle cercano a su casa, cuando la tierra comenzó a remecerse de una forma «brutal, brutalísima», como dijeron después. Ambas corrieron hacia su casa -pequeña especie de hacienda hecha básicamente de cemento- y llegaron justo a tiempo para ver cómo el balcón repleto de floreros caía sobre la cabeza de su madre y la ocultaba bajo un hatajo de cactus, escombros y varios crisantemos que cayeron parados, como si la muerta fuera su nuevo hogar. Y el terremoto seguía. Coti intentó revolver el desmonte en que se había convertido su madre y Eliana solo atinó a esconderse tras un petate mientras temblaba junto a San Miguel y el mundo. 

miércoles, 23 de octubre de 2013

A

Abismo: En algún rincón del segundo piso de Letras, podemos ver, si aguzamos los ojos y corremos las sillas de madera que sirven de cortina, a una extraña pareja formada por un patafísico ser verde y un insecto desgarbado del mismo color que su contricante -porque al final todo amor es una constante pelea, no importa de qué- intercambiando arbitrariamente vorágines, besos y libros. Al parecer se comunican por medio de galimatías que el status quo asociará con alguna lengua escandinava; locuciones como «Aaronoff y Francovsky», «saltamóntico desgarbado», «día noventa y Soko» y «noséporquélloro», suelen ser las más repetidas en sus conversaciones. Ambos -y esto lo dijeron en un intercambio de palabras con una muchacha anacrónica llamada Diana y Claudia al mismo tiempo- querían escribir a máquina, abusar de las comillas españolas y hacer autostop en algún país al que llegarían en barco, pues de sedentarios y patriotas no tienen un pelo. Esa falta de lugar, de indentificación, es el abismo y el jolgorio de sus días. 

Vejez

Mandala es vejez,
toda línea recta
termina
en aquello que se llama
que se repite con asco
que se mira en el espejo:
vejez, ve-jez.

***
Los cuchicheos
de las vecinas de al lado,
las quejas memorables
de Francovsky
y su mayoría de edad,
el frenetismo
lleno de narices de plástico
y arrugas agarrotadas
en las palmas
de la miseria
y el apellido infinito
repiten al unísono
¡sempervirencia!.

***
Mientras tanto
Dios
allí en su trinidad encuadernada
se regocija
y sarcásticamente
se saca la mugre de las uñas
-entiéndase que al decir mugre
me refiero a nosotros-
mira de reojo
soberbio y latente
se sacude los siglos
yergue su omnipresencia
nos manda un par de tsunamis
unos mandamientos más
y una estafa de Calcuta
para finalmente
escupir en los episcopados
-que para eso están, coño-
y preparar heroína
en el Santo Grial.

Aquí se llama

Aquí se le llama humildad
a gritar los ciento cuatro días
que dura el orgasmo perpetuo
en que te revuelcas a diario
con cualquier muchacha idiota
que conociste en una charla
que eres humilde
y que tu humildad
va acompañada de socialismo
y cartones pegados a versos traducidos
va acompañada de halos y vientos
va acompañada de padrenuestros
y oposiciones a las jerigonzas
va acompañada de la maldita compañía
que se pudre dentro de la pelota sin forma
que es lo cotidiano y sanmarquino
aquí se le dice humilde
a aquel que pisotea en silencio
y chamusca bajo sus faldas
el toreo y la censura.

De esperas y teléfonos

Diez minutos le doy
diez minutos
-sucios parapentes
espera insaciable
triste jitanjáfora-
y no llama
Francovsky no llama
memorizo cronómetros
busco las manecillas
por entre las patas
y los onces
y los doces
y los extáticos treces
tosen
en medio de la prisa
yo anumeral
me encuentro
llevando la basura
a la esquina del delirio
al pozo de Murakami
entonces me detengo
cojo algún auricular
con mis manos
llenas de mierda
marco el número
de su teléfono descascarado
-retumba el trueno
incesante espasmo
estático paroxismo
rebota por los universos-
y contesta
Francovsky contesta
cruza por mi mente
un pequeño ajolote
sonriendo allí donde solemos llorar
escucho su voz
-flauta de caña
trasfondo de autobuses
monosilábicamente el Olimpo-
me recuesto lentamente en la pared
sobre la que descansa el teléfono público
le levanto el dedo medio
no sé a quién ni por qué
abro un libro de Capote
en la página cien y ciento uno
y lo dejo allí, a ver si me dice algo.

domingo, 20 de octubre de 2013

Era, era

Acaso estás hoy más lomográfica
o has estado perdiéndote estas semanas
con tu andar de sarcástica atenea
en medio de los signos de interrogación mal usados
y las oblicuas decisiones que no nos causan
ni la menos agria confusión,
acaso hoy imitas a Hepburn
cuando botas el humo del cigarrillo
en las calles antaño con faroles y rechinares
y dieu maléfique, acaso hoy es juerga de abandonos
giros en búhos pulular de halos
que toses al borde de la afonía,
tal vez la pared es nostalgia, tal vez,
y la botánica de tu mirar que sospecho inconcluso
junto a los ochos sucios y neumáticos
que paran mucho más allá de donde debería,
pero me has encontrado muy entomólogo, mucho,
y he ahí mi vocación.

Está bien

No crees en absolutos
y eso está bien
como están bien
tus polutas ninfúlicas plumas
y tus ganas de envejecer en Lisboa
o de no justificar los traqueteos
y sonreírle cara a cara
a las bombas atómicas
que se desprenden
de los barbirrubios fantoches
que se embriagan en la esquina.
Tampoco crees en los papeles
deliberadamente abandonados
en mi errático cuello
y lo parnasiano
del primer pequeño tsunami,
y eso está bien,
tan bien como está
que sueñes
con las manos hechas puños
y simules suicidarte
con haraquiri
y los caninos apretados
cada tarde en que nos quedamos
sin vinilos ni ocasiones de.

Ellos

Los rostros de obituario con los que me cruzo
el intercambio de tapas grosísimas
muchos meses en el arte de llamar la atención
y dirigir todos los ataúdes hasta sus narcicistas centros
a sus sectas no racistas, Gonzalo, pero misántropas y casi, casi.

sábado, 19 de octubre de 2013

De ermitaños en el salón de clases

Pero es que me agradan tan poco con su cansina e idiótica amabilidad que fastidiaría hasta al inglés de la clase más alta; sus personalidades aplastadas, maleadas, llenas de bufandas y botas color marrón; las ganas esnob que tienen de parecerse siempre a las rubicundas habitantes de la pretenciosa universidad vecina. Me agradan tan poco, tan poco, e imaginar tan solo la idea de tener que estudiar junto a sus libros de autosuperación con páginas blancas, hace que quiera desistir de ir a la universidad. 

El día al oriente del oriente

Escrito hace muchas tardes, 
cuando el pasto era de ambos 
y la lista de reproducción 
aún no tenía nuestros nombres.


Con los retazos oxidados cubriéndote
el par de aún extrañas vibraciones
me acerco a ti, colonello, 
con prolegómenos de más de una hora
y olvido muchísimas generaciones
de buenos modales a la europea y líneas rectas,
brevemente te pregunto con los labios
si tú también cruzarías el puente colgante
si te desenroscarías del destino unos años 
si las dudas o las noches tendidos por allí 
y así un grandísimo e indirecto cuestionario
interrumpido por las esporádicas risas nerviosas
que tú tardaste un poco en responder.

El día

Me refiero a hoy
y tal vez
el primer veinte
desprovisto de etcéteras
me refiero a siempre
quién sabe
pero la sempiternidad es hoy
fue eso
una osamenta
que ha ido retorciéndose
allí donde se escuecen los nudos
hasta sobrevivirse
hasta quedar
vieja y hecha pedazos
y acabar
por desmoronarse
bajo alguna calle del centro
en un cúmulo de vueltas
maltratando las hojas de otoño
que riegan nuestra descuidada Ítaca
-a la que espero volveremos
como todas nuestras mañanas
porque el tiempo es nuestro-
pero cuando estamos
sintiendo el averno en los ganglios
recupera un poco las alas pútridas
y en un intento por salvar los silencios
nos grita
por qué lloras
por qué
lloras
mientras te recuestas
y miras el cielo un poco
a ver si siguen acechando los cuervos
o mi proemio vuelve sus pasos
y arquitecturiza mis escombros
susurrándolo todo con eses apicales
entonces nos endulza las manos
-me refiero al día
o a lo que sea
perdón
suelo perderme en las vorágines-
y en un arranque de maybe tomorrow
te yergues
y tomas tus pastillas olvidadas
y caminas sin Beirut
por todo Bolívar.

viernes, 18 de octubre de 2013

Cheers

Y que vivan, al fin y al cabo, los momentos muertos que paso contigo. Como hoy, que no hice más que retozar en el parque junto a ti luchando con la procrastinación y los mapas inútiles, o cuando cerraste los ojos mientras continuabas con la conversación pero yo sospechaba que querías pasar de largo con mi Lolita y mi soundtrack de Submarine. Que vivan, también, los besos largos y los frenéticos suspiros, si se le pueden llamar así al manifiesto de la esgrima de mi fuero. Y los momentos de abstracción, que ahora duran poco, por cierto.

miércoles, 16 de octubre de 2013

De inmortalidad y equivocaciones

Imagina, pictorízate
a todos nosotros
y tu hermana y tu hermano
y tu famélico novio en tablas de juguete
tátara-tátara-tátara-nietos del olvido
descansando todos
en un mausoleico azar de polvo
y junto a sus huesos
un ciempiés dorado
que les reza lo que nunca llegarás a ser
conjugando culpas flagelos derrames
e imagínate a ti
en medio del triste tumulto
igual de terso que la palma de Dolly
destapando las hondonadas mohosas
preguntándote
por qué no dejaste la mano caer,
por qué.

domingo, 13 de octubre de 2013

Francovsky

Francovsky. Mudar la lengua desde su cómoda fricativa morada a los alveolos, donde da un cálido respingo, (sé que tal vez te molestarás ahora que te he despertado a las cinco con veintiocho, pero, ya sabes, son tus cuestiones fonéticas), entonces esperar que se te abran bien los ojos como las negras persianas que son en una cómoda y prolongada ene en que nos quedaremos un par de otoños, prolongados, también, después golpearnos con lo que ya sabes y la letra que sigue también, unos cuantos tarareos más tarde, la esférica, cronopia vocal de la que no hay mucho que decir salvo que nos ha salvado la vida uniéndonos los morfemas, y, para terminar con tus mapas, con La vie en rose de fondo, escuchar el sufijo que tantos cigarrillos y confusiones me ha traído hasta ahora, Francovsky, Fran-covs-ky, extrañarte en domingos, todos, todos. 

De los doce años

«Amaos los unos a los otros»,
nos dijeron hasta el cansancio
en el retiro en la iglesia tercermundista,
nos gritaron llegaron a golpearnos
con el apenado judío mirándonos desde lejos,
incluso lo escribieron en las ostias
que diariamente tragábamos
como si sus cuerpos simbólicos
no fuera más que aperitivos,
nos recitaron a Jesús
y no a Verne,
tarde tras tarde,
mientras nos preguntábamos
por qué Artaud, por qué,
mientras descubríamos el mar
y Francia en instantáneas de hace varias décadas,
tal vez fue tu concupiscente genialidad,
nos quisieron en sotanas,
blanquísimos, sin golpes en el cuerpo,
nos quisieron gritándole Aleluya a las nubes, también,
y a la DC Cómics y los ojos cerrados,
y henos aquí, henos aquí,
despotricando contra todo, nínfulas del mundo.

Una sola vía

Será una sola vía sin asfaltar
la que nos deje al fin
con los libros y las almohadas
solo para ambos, awful grinning souls
suicidándonos con crisantemos
y diferentes colores de cajetillas;
será una sola vía sin asfaltar,
deseñalizada, purgatorizada
en la que crecerá la ya sabida raíz de árbol
sobre la cual dormiremos.

martes, 8 de octubre de 2013

De dónde

Pero
después de todo
siento una punzada
no en la tráquea
ni todas esas extrañas áreas esofáguicas
tampoco en el puente del adiós
ni en los puercoespines de mi madre
sino una punzada apátrida
nómade y con tres metros de sombra
llanamente una punzada
una jodida punzada
ya sabes, como una aguja en el cuerpo
sádica acupuntura
y recito tu nombre
como rezando
logoclonias ultraviolentas
junto al frío
sin preguntarme siquiera
hasta hoy
de dónde es que viene
de dónde.

sábado, 5 de octubre de 2013

LX

Me gusta el repetitivo siseo en el decrépito pronunciar de la palabra «sesentero». Me gusta.

On the road

Vacilando
entre rojos volkswagen
y anfetas blanco fantasmal
de camino a la parroquia
o algún asilo en el que toser
junto mi ansiosa y famélica abuela
componiéndole endecasílabos
con bop y dedos tronados
lleno de escalofríos
paso la noche bajo doce sábanas
y aún siento la falta de mi (e)fe
y mi pequeño saltamontes verde
aún el nuestro rebotar de sarcasmos
el de los cigarrillos espasmódicos,
vacilando. En el camino.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Homeopatía

Claudicando la homeopatía
por la contraproducencia
de echarle abrazos al más jocoso
y egocéntrico fresno
o exhortarle sarcasmos y escalones
al Wrocail famélico.

Veintinueve de setiembre, una Samotracia inundada

Hoy es mi cumpleaños. Son las diez con cuarenta y dos de la mañana. Cumplo diecisiete. Estoy sentado aquí desde hace dos horas y me trueno incesablemente los huesillos de los dedos. Abro cierta pútrida red social. Un par de personas me han felicitado con monosílabos o pequeñas e indescifrables siglas. Saco un cigarrillo sin importarme que mis padres estén peleados y durmiendo en el piso de arriba. Lo enciendo con un fósforo, por primera vez. Le doy una calada, y otra, y otra. Enciendo el reproductor. Suena Disorder e Ian Curtis mueve frenéticamente sus derechas en mi mente. La canción se cambia de forma aleatoria a Happy Hippie Birthday. Calada. Irónicamente sonrío, qué de hippie tiene esto, y qué de cumpleaños. Bueno, no me quejo de lo último. Cambio la canción, como era de esperarse. Alzo el volumen. Espero que mis padres no despierten con eso. Se acaba el cigarrillo, el filtro sabe amargo. Radiación selenita me confunde un poco más. Mis lentes están empañados, me dormí con ellos. Escucho pasos. Se abre la puerta. Sacudo las manos a fin de disipar un poco el olor a tabaco que inunda este cuarto que no tiene más que muchos libros, un celular que espera a Francovsky, una computadora, un sillón en que nadie nunca se ha sentado y los juguetes que aún conservo desde niño. Bajan cansinamente mis padres. Él llora. Ella luce molesta. Mi abuelo ha muerto, dicen, no sobrevivió a la operación en la que iban a trasladarle el ano al estómago. Eso amerita otro cigarrillo, pero no. Ambos lloran. Mi perra feliz salta, no sabe nada, afortunada. Me abrazan. Lo siento, me dicen. Que la pase bonito, que se arreglará. Irónicamente sonrío otra vez. Hoy es mi cumpleaños. Son las once con veinte de la mañana. Cumplo diecisiete. Sigo esperando a Francovsky y sus besos invertidos.

Escénica Lima

Escénica Lima
que gusta derrochar personas
de hacer malabares
con niños y rosas
con libros y guantes
escénica Lima
fanática azarosa
de Sade y Bataille
acaparadora de difuntos
egoísta sin trastos
con un fortísimo amarillo
al mediodía
que oculta los vientos pútridos
de los conos y las esquinas.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Let me

Hey little darling
let me tell you
it smells like forever.

Oniria

Sé que subiré los diecisiete escalones
rehuiré la madera pútrida de mi puerta
alzaré los pies para no cortármelos
contra el escarpado suelo de cemento
me quitaré los zapatos con mierda de ave
sestearé unos momentos sobre la sábana
estampada con decepciones y gatos
soñaré algún mundo reducido a simplemente
nuestra triste existencia en triadas
con nortes y sures invertidos
viviendo la megafauna carnívora
en ecosistemas de pulmones dañados
y entonces despertaré con la frente
bañada en sudor y quisieraqueseaverdad
todo aquello que sobrevuela, todo.

Quienes

Quienes escuchan jazz mientras sus asimétricos padres no hacen más que entretenerse viendo una novela barata y fumándose entretenimiento de segunda mano para travestir las cejas fruncidas que llevan vestidas como luto desde que pasaron un agónico agosto atragantándose con las verdades de sus hijos que nunca quisieron encontrar. 

Quienes transcurren sus mediodías entre colillas aún sin apagar que consumen lentamente varios centímetros de grass a diario y sonríen al ver caracoles que copulan extasiados y no esperan morir incinerados en la cumbre de la sicalipsis. 

Quienes no conocen escarmientos ni sinagogas y siguen llegando tarde a sus casas con un olor fortísimo a tabaco y abrazan a sus madres sabiendo que llorarán sus dieciséis años entre los rosarios colgados al lado de sus consoladores celestes y dorados. 

Dead poet's society

«I always thought the idea of education was to learn to think for yourself», le dice Mr. Keating a un conservador Mr. Nolan, quien argumenta que la sensatez está cabalmente relacionada a la edad, y este diálogo me hace extrapolar los antitéticos pensamientos de ambos personajes con la decadente realidad de la educación peruana. Suelen orientarse los diez años que el alumno promedio transcurre encerrado entre cuatro gélidas y azules paredes llenas de órdenes cuasimilitares que solo motivan la malsanas competencias, conceptos distorsionados de «disciplina» y censuras por doquier al único fin de producir en el estudiante la mejor de las notas, lo cual solo satisface a los padres, mas no el desarrollo de la autonomía intelectual con que se supone debería contar el futuro ciudadano, a fin de lograr el «encumbramiento de la sociedad», esperanza casi perdida que suele ser depositada en nosotros, jóvenes, y que no hace más que podrirse en un conformista mar de quejas estáticas. Se preguntan a diario, pues, las generaciones anteriores, contra qué iremos a estrellarnos en este coche atestado de superfluidad, pero nunca se detienen a pensar en que tal vez sean ellos quienes, a fuerza de gritos al orden y la disciplina, no hacen más que automatizar en derredor.

Trastabillaciones

Tracémonos las huellas
que a fuerza de roces anulares
se han grabado en nuestros metacarpios
sigámosla con una varilla de madera
como se siguen los mapas de hace tres siglos
y tal vez encontremos un patrón
o una contradictoria proporción áurea
porque, querido, nuestros trastabillaciones
no viajan sin galimatías.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Doblemoral

Sinagogas de ecologistas
que defienden a capa y cañones
la tala de árboles en cierto parque
y viven en Miraflores
ven a un oxidado hombre viejo
rogando por limosna o mediodías
y lo desdeñan
y lo ignoran
lo juro, los he visto.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Contrariedad

Quizá la porfía y los enredos narcicistas
en que nos hemos enlistado durante nuestros cansinos tranvías 
se hayan encontrado con las distorsiones hechas añicos 
por la parturienta estocada en el ojo de los nóbeles
el aquelarre pancreático de borbotones apestados de quejidos
la furibunda esgrimia que penetra las edades 
y por eso nuestros desnudos periódicamente hidras y cabezas
muerden ahora los glandes cercenados 
de las estuatillas ateas a las que vistieron con sotanas.

Para leer en la nuestra futura hondonada que ya entenderás

«y qué más puede haber 
que tú y yo».
Jorge Eduardo Eielson 

Francovsky, como el curioso punto blanco que se pintó en el borde derecho de los ojos de aquel angloparlante por elección hombre pequeño y desnudo que se erige supinamente sobre un papel ya arrugado por acción erosiva de los millones de pulgares transatlánticos a más no poder estáticos cuando (pre)sintieron que por vez primera en la historia de la raza que se hace llamar humana los pinceles lograron encerrar y no enjaular en un área de cuatro centímetros la desgarbada y famélica noción del universo entera y que emula el brillo de algo que me niego a creer que es el Sol porque imposible me resulta aceptar la simple y astrológica interpretación de estos hipotéticos y mierdocres críticos pseudointelectuales de las artes modernas que se revuelcan todas las mediasnoches en sus putiferias dobleprefijadas de saberle apenas el reflejo de un astro titileante en vez de compararle con la misma espina dorsal de los euróboros y anagramas más barrocos del mundo, como ese curiosísimo punto blanco, así te quiero, yo, Aaron, vinilo arruinado con crayones, escrito con todos los sufijos que tu mente a blanco y negro pueda permutar.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Sobre la densidad con que expulsamos los cadáveres

Monikoff, Francovsky y yo, enésimamente pisando los horarios y apropiándonos de las bancas en Letras, expulsamos el humo del cigarrillo de forma tal que traza una etérea trayectoria desde nuestros labios hasta nuestro cabello y a veces se esparce por allí en forma de una pelota densa a escala del mundo.

Dieciocho de setiembre, milenario pueblo de Vaj

Monikoff, Francovsky y yo, con sufijo aún no definido, compramos hoy exactamente veinticinco cigarrillos- todos sueltos, como sus cabellos ralos-, nos sentamos en la banca del medio de la redondela a fin de tener una mejor vista de los gladiadores felinos, caninos y humanos que desesperados se espulgan las oblicuidades, comenzamos a reírnos del mundo, sacamos prometerianamente nuestros encendedores y nos contagiamos. Al principio pensé en abstraerme, a ver si la lluvia y la compañía me daban la trama del cuento que pienso escribir, pero al ver las multicoloridas rayas horizontales de Franco en derredor mío, desistí del estatuismo y empecé a acoplarme al treguacatalatreguacatalaespera misántropo en que se estaba convirtiendo esta tarde de no arcoiris. Pasamos todo el tiempo buscándoles deliberadamente antropomorfos equivalentes a los ficus, eucaliptos y mala hierbas que terminaban fumándose nuestros delirios y abrazando la eufemia y la tergiversación lírica de los merengues de antaño que siguen pataleando en mis memorias infantiles; y cuando nos fuimos, juro que atisbé por entre las nubes saturadas el guiño de algún olímpico que gusta ver tres antitéticos cronopios arruinar tan felizmente sus vidas. 

De Transatlantique

Incineración y paseos eufóricos por el parque en una misma escena, velos parisinos transitándole la tersa epidermia, reafirmación, sublime estremecimiento con el tiroteo musical del que Zach Condon es cabecilla, la negra nota de la marginada partitura, hip- sing for last call, sing for last fall, such was it all- nosis, y la concha de caracol modificada siempre allí. Sin embargo, tras el ascenso antediluviano de todos estos trafalgares, me topo con gotas de sonrisas que opacan el egoísta y fúnebre protagonismo de la medianoche y al mismo tiempo van apagando apuradamente los avernos de la casa. En los últimos treinta segundos, el acostumbrado desfile saxofónico con que se abre todos los días las olimpiadas de mis sueños sigue como un arcoiris tras la bruma del contraste y el alivio. 

lunes, 16 de septiembre de 2013

Soflama

Me encandilo con los etcéteras madrileños hasta que las metáforas se hacen literales y empiezo a chamuscar mi silla negra mientras leo cómo es que Tarrou sopla, el taxidermista arroja sus laterales y la filóloga muda de piel. Al cabo de un par de minutos, en realidad sin caer en cuenta, mi casa se encuentra en llamas y yo no hago más que plácidamente incinerarme mientras pienso en qué curioso resulta morir una noche de febrilidad y largos y espásmicos viajes. De más está decir que lo único que quedó sin cenizas fueron mis ojos y que los bomberos nunca llegaron.

Cuestiones eólicas

Una muchacha tan tramontana que los cangrejos y las ostras se aglomeran ansiosos bajo sus pies esperando la ruptura de sus cráneos. Ella -llamémosla Lucía- evita como toda burguesa señorita limeña rodearse de la escoria travestida en las noches de aguarrás, pero no puede ocultar el deseo que le ruge de calzarse cuero y puíllas en las botas. Vislumbramos todos sus eternos espectadores a través del poliéster una herida en la nariz respingada, y nos reímos de su madre en Dubai que no sabe ni quiere saberse su prole.

Días y días

Con esta bipolaridad climatológica nadie puede enamorarse bien. El lunes espera uno toparse con ventanas adamantinas en medio de un diluvio digno de esos divinos genocidios premeditados que tanto corren de bocas y resulta que casualmente ese mismo veintiséis Apolo decide dar un caprichoso paseo por entre los abetos sanmarquinos, o, por el otro lado, el jueves uno despierta con el sueño de un soplo verdorado en la boca y no encuentra más que cristales empañados con los suspiros de las musas. 

Me puedo enamorar de una mujer o de una granada

Aun en los centros
más abisales
del remedo del averno
nos queda la belleza 
violenta y genocida 
que narcisistamente 
suele ser llamada amor.


Para leer mientras sudas frío

Predigo mi muerte
-como Vallejo-
escenarios
                un safari en altamar
                una campaña bélica
en el desierto
                un aquelarre de polvo de estrellas
hasta la asfixia
                un batallón de gendarmes
                una rota vía férrea
                un par de docenas de grados richterianos
                un aneurisma matutino
                un desvío de pegasos
                una castración del Tártaro
             
y predigo mi muerte
-como si algún día
fuera a tener
más de dieciséis años-
predigo mi muerte
y después de todo
el hartazgo y el lodo
se me ocurre lomográficamente
               un día soleado
de onanismo en los andenes
               una calle repleta de capulís


pero el telón de atrás
siempre negro, negro.

Y Verne

            Mi pulgar derecho alcanza
            algún libro de Verne
            con portada ilegible
            y lo patea
            y cae
y Verne
y Verne.

Porque

Me iré a morir por allí
porque soy
porque soy
porque soy
eso y aquello
porque soy
lo que no diré
porque soy
eso y aquello
porque las rapsodias
oxidadas caen
y los malditos
e intransigentes
porque soy
verde y yang
escala de grises
y sinuosas
líneas
espectrográmicas
porque soy
porque no.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Nos gritarán

Basta con decir
con proponerme
convertirnos en
pequeños ajolotes
tranquilos y afónicos
y transgrediré
la genética por ti
atentaré genomas
hasta lograr besarnos
doce metros bajo
la más furiosa marea
de medianoche
saltar de las peceras
e ir salpicando
por toda la ciudad
siempre de la mano
y entonces
insolentes transgénicos
nos gritarán.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Always white

My mother believes
our souls weight
thirty grams
and white butterflies
-they must always be white-
are fucking eternal angels
who like to softly pose
uppermost my eschatological
pair of hands.

La planete sauvage

For the third time La planete sauvage 
and the dazzling draught on my tongue
that knowing those billion spheres
secretly need other humanly bodies
to transliterate themselves
into something they couldn't be cause. 

Siempre blancas

Mi madre cree
que el alma
pesa treinta gramos
y las mariposas blancas
-siempre tienen que ser blancas-
son jodidos y sempiternos
              ángeles
que gustan de posarse
en mis poco cuidadas manos.

Que nosotros

Pretendo encerrar
los rostros contraídos
sobre la gelicalidez,
la brisa
de un mediodía
casi primaveral
que nos recorre
las pobladas cejas,
el par de
flamillas
iridiscentes
que se pegaron
un tiro
y cayeron
de nuestros ojos
mientras me besabas
atragantado
de utopías, colmado,
lo juro, querido,
intento formar
una suave pangea
pero las palabras
son tantas
y asesinas
y nos desnudan
y nos muestran
que nosotros
somos,
que nosotros
somos,
que nosotros
somos.

Paso

Paso el día bipolar y trastornado
junto al escozor que me produce
extrañarte sin instintos constrictores
que conjugar y sedar 
o revivir tus mejillas que se turnan 
de la forma más asimétrica 
que alguien pueda imaginarse. 

domingo, 8 de septiembre de 2013

Algo que faltó

Porque morir no cumple con mis expectativas.

Porque las cartas de presentación de todos los dioses están escritas en un latín superculto que nosotros no podemos entender, así que no nos queda más que contemplarlas como se contempla a Goya, guardarlas celosamente y nunca volver a acordarnos de ellas.

Porque mis dedos se turnan para enfriarse: el pulgar suele retorcerse hipotérmicamente mientras el anular se caldea con los lentes puestos.

Porque mi abuela dijo que es una mala persona y yo no le creo.

Porque todos dicen que el papa es una buena persona y yo no les creo.

Porque nunca supe cómo es que nacen los caracoles, y no quiero saberlo. Me basta con mirarlos y prenderles fuego.

Porque si alguien le presta suma atención a las líneas de tus manos, podría descubrir un mapa que describe con detalle los recodos de algún pueblo septentrional lleno de anacronías.

Porque suelo (re)huir de mi profesor de Fonética, quien suele destruir estatuas por doquier.

Porque TENGO que mentirle a mi familia por su propio bien. Y no siento culpa alguna. Mentira tras mentira y es como si me tomara serenamente un vaso de agua mientras le doy la primera calada a un cigarrillo.

Porque quiero ir a algún bar con micrófono libre, enfundarme el rostro con la máscara de un gato y recitar el poema más sucio de Sarco Lange, ese donde objeta en una boda.

Porque no creo en el matrimonio.

Porque no sé si creo en el amor.

Porque la suerte es una rubia déspota que solo se acuesta con señores enternados.

Porque siento que mi ojo está harto de estas cosas, por eso suele nublarse.

Porque no se me ocurre un buen argumento para escribir un cuento.

Porque mi rojo walkie-talkie se mantiene incólume, como si estuviera esperando tu ruido blanco.

Porque la palabra «incólume» siempre me supo a estatua y estatismo.

Porque quiero ver todo con la mira de un rifle.

Porque sigo prefiriendo las zapatillas más rotas que tengo.

Porque quiero. Eso.

Caminamos

Caminamos por la Decana
-dejaré de prefijar con seudo 
porque concluí ayer 
que ninguna palabra 
es su significado completo
excepto «Francovsky», 
pero ese es otro asunto
muy romántico, por cierto-,
caminamos por la Decana 
como si estuviéramos en medio 
de un incendio provocado
por esa joven con nariz aguileña 
que nunca quiso pero en su pobre intento 
de artificiarse una luz o un dios 
fracasó en mayúsculas
y con prejuicios.

Suicidio y no lo saben


Tranquilas y burguesas calles californianas
mujeres maquillándose frente a una instantánea de Marilyn Monroe
niños sin culpa futuros ternos y zapatos muy bien lustrados 
jugando con muñecos de acción de un policía negro 
ancianos veteranos y vanagloriosos de haber matado cien judíos
jugando con muñecas inflables de una mujer negra
adultos esqueletos personas normales status quo 
atarantados todos respirando todos 
el aire que despide la simulación muy bien hecha 
de la felicidad americana. 

Algunas

Vivir tras su oreja
gritarle holocaustos 
y susurrarle abismos 
traducirle al sánscrito 
sentir su vientre doblarse 
mientras el delirio desborda
la anatomía humana 
y sobrevive el rosa agua turbia 
-oh you're skint and minted- 
aprender a suicidarse 
sin siquiera cerrar los ojos 
despotricar contra las flores 
o el ceño de la virgen 
exageradamente dolida 
sentir cómo se rebelan las palabras 
que no quisieron mudar
sus limpias viviendas 
en un poema de Neruda 
a esta pocilga transatlántica
con arranques de felicidad 
mugrosa y políglota 
caída melodiosa al charco 
esbozo de sonrisa 
al oírle odiar 
suite de Bach mientras se rompen 
vidrios conversaciones y niñas
gradualmente cambiar de ánimo 
hasta disociarse de la percepción. 

jueves, 5 de septiembre de 2013

Cosas de vestuario

Supongo que me queda esperar 
sin expectativas
la primavera 
en que no seré libre. 

De nada vale

De nada vale hablar de globalización,
llamadas telefónicas a larga distancia,
ciudades cosmopolita e inclusión social
si cada vez estamos más enovillados
en nuestras propias cavernas caníbales
decoradas a gusto de cada monstruo
(pero ningún escondite está permitido
de tener fluorescentes ni candelabros
ni blasfemias a la oscuridad de ese tipo);
de nada vale morir todos los días
por una parcela de tierra muerta,
una pequeña traslación de una línea
que ni siquiera existe;
de nada vale, os lo dice Pesimismo,
ángel ateo inventor de la cuneiformidad
y el solipsismo puberto,
de nada vale admirar
las mismas balsas de Caronte
ni catar el oro en la alforja
para ir a otro infierno
que te engaña
con un fuego más azul,
de nada vale.

Recuerdos del mismo día

Me toco la barbilla
y aún puedo sentir
el ortodoxismo de tus dedos
al desterrar uno por uno
los pocos vellos restantes
que tantos nos raspan el alma.

Probablemente seamos

Probablemente seamos expulsados
por curiosos y anaqueles
amantes caracóleos
y zares un poco cínicos,
probablemente nos apuntarán
con todos los dedos maltrechos
a ver si nos quemamos
y nos ponemos a rezar,
o tal vez intentarán culparnos
del terrorismo de los capulís
y las bombardas en morados festivales.
Incluso pueden exhumar el medioevo
y cavar hondo hasta descubrir
que las bisagras solían vestir
calzones hasta la rodilla.
Ellos son capaces de todo
cuando les pones un ocho encima
de su trance divino
en medio de su fingido viacrusis
rodeado por tes de polietileno
y la brisa embaucadora
que se impregna en las nervaduras
de la más sangrienta rosa.

martes, 3 de septiembre de 2013

Pregunto

¿Es acaso pervertido o poco saludable
dejar sin adversativos
 que te conviertas en mi soma 
y me automedique contigo todas las mañanas 
al menos durante tres soles
para sentirme en la cúspide del averno 
que compartiremos pronto en unas cuantas letras?

¿Acaso se considera desdeñoso 
mirar con arqueamiento de cejas
las trompetas asesinas del arte 
que van rodeando la minihectárea
como si se pudiera follar allí 
con cualquier sílaba, 
con cualquier nota afónica?

¿O es mal visto 
que planeemos nuestro futuro
a blanco y negro
y juguemos con los tiempos 
y las verdades conjugadas
imaginándonos nonatos caracoles 
o gatos de mal agüero? 

Caja débil

Tal vez es buena idea eso de tragarse las llaves 
para salvar tus gavetillas criptógamas
o charlar siempre encorvado con las manos detrás 
como cínico sin blindaje ni huracanes 
y no confiarle a nadie el día exacto 
en que nace la primera atenea del cactus,
el primer dios por cesárea. 


Línea

Hoy serás, mi amor,
una jodida línea horizontal
escrita por los dedos sucios
de algún Olímpico
en medio del cielo
partiendo el globo
meridianamente
que se verá
aunque sea de noche
aunque se quemen las capas
aunque los ojos
del trío de gorgonas
aunque el averno
con tus misma cantidad
de lunares
se plante allí
como un anillo de Saturno
y delinee junto a ti
todos los demás retratos
y salvapantallas.

Cigarrillos, verd(ad)es y sarcasmos

Entonces voy delante de ti y nos quedamos callados en el silencio más cómodo que alguna vez ha existido. Por momentos volteo para asegurarme que tu rostro sigue allí como el norte de mi brújula o tan solo para memorizar todas tus pequeñas manchas, con las cuales tengo memoria fotográfica. Terminamos -no sé cómo ni en cuánto tiempo- en medio de una extraña facultad y un nuevo ecosistema no compatible con nuestro metabolismo acostumbrado a cigarrillos, verd(ad)es y sarcasmos. 

-¿Ya llegamos?
-¿A dónde llegamos?
-A Nantes.
-Pronto, amor. Pronto.

En este punto ya dejan de importarme las multitudes y propongo mandar al carajo toda una bandada de índices, intelectuales y esnobs que se mofan de todo lo que no sea Apple, así que paro en seco. Te sorprendes. Te beso. Y nos imagino como en un cuadro de Van Gogh.