domingo, 30 de junio de 2013

Lo que pasa es que me desvías las líneas de las manos. 
Un embrollo maquiavélico
y rutilante
zapatea
incesantemente
dentro de alguno
de mis lóbulos
haciendo
que se me dé
por dejar todo
de lado
y enfocarme
en cómo te mueves
por qué haces todo esto
y cómo
terminaremos.

A aquellos

A aquellos quienes en un intento de ser supernovas y palíndromos de oro y estaño terminaron colisionando con Herculubus, cargándose a mil kilómetros por macosegundo toda una colonia hippie emergente en Saturno y provocando la ralentización de toda la raza humana, quienes, construyendo muchas más torres siamesas, descuidaron a aquel cronopio desgarbado, garabato y chaplin que hacía de las suyas mientras todos fijaban sus ojos periféricamente en vez de mirar en retrospectiva hacia sus propios núcleos. Y lo del macosegundo fue adrede.

A aquellos quienes sostienen el cortaúñas de manera suicida y amenazante y poco a poco lo van acercando a su dedo anular derecho, con los ojos desorbitados, quejidos glotales y un par de anfetaminas, en el afán de provocar una explosión desde dentro, como las lágrimas que se diluyen en la sangre femenina, espesa y carnosa que fluye de sus muñecas, pues decidieron cambiar de objetivos y no les alcanzó el tiempo para terminar el último HIJOS DE PUTA de los trece con que se despidieron de Esparta.

A aquellos quienes disfrutan de adherirse lobotómicamente a alguna parte aún no estudiada a ciencia cierta del cerebro y pincharte con garrillas curiosas y etéreas con el fin de implantar un par de pelotitas moradas que harán de tu vida un infierno musical, saltamóntico y apresurado.

A aquellos quienes se encuentran catatónicos, contando los segundos que restan para acabar con el funambulismo altamente mortal que los acompaña desde que terminó el verano y cayeron en cuenta de que era necesario un encuadramiento metafísico de sus pensamientos, porque ya nada tenía órbita.

jueves, 27 de junio de 2013

¿Puedes entender qué tan poca importancia tienen las cosas?

Hay dos sillones vacíos a mi costado
y yo estoy aquí 
intentando encontrarme
solo 
me pongo a pensar
que sin los demás
no soy nadie
pero estoy solo
porque gato
porque soy Aaron
sin tilde
y ustedes son los 
misántropos
sin embargo
para qué preocuparme
por saber
quién es Aaronoff
y por qué tanta fijación
por las ambigüedades
si al final
todo se me olvida
todo pierde sentido
como un jamais vu
de dieciséis
años
que no tiene
definido nada,
ni las cuerdas
de sus
propias
estúpidas
e infantiles
oblicuidades. 
Can you understand how meaningless everything is?
Quiero follarte mientras los ángeles caen junto a sus cornetas y Dios solloza, intentando por última vez gobernarnos, alzando el puño sin arrugas ni cicatrices pero lleno de sangre, gritándonos cosas como hijos de puta, no se supone que esto terminaría así, los Campos Elíseos os borrarán de sus pedregales o tallaré poliedros con sus cráneos, mortales, y demás injurias que ya nadie se tomó el tiempo de escuchar pues estaban ocupados intentando rellenar las hojas avinagradas de la historia.
Tú, yo. Tu debilidad sutil, al cuadrado, viendo La naranja mecánica y El laberinto del fauno escondidos bajo una polvorienta buhardillita de un cuarto muy lejos, tal vez en Francia, por qué no, en el Barrio Latino. Colgando de un hilo, parafraseándonos, dependiendo del aire que exhalamos, intercambiando las últimas pitadas amortizadas, convirtiendo las colillas en nuestro maná.
I

Aclarar que la Maga no era ignorante, era maga. 

II 

Dejé de escuchar la palabra "muerte" desde que empecé la universidad. Qué decepción al saber que no era por horizontalidad, sino por egolatría y ansias divinas.

III

Qué parsimonia destructiva y ansias de autocrítica me provoca estar atascado en medio de estos monstruos de metal y carne, sudando todos.

IV

Cuando muera, no pesaré treinta gramos menos.

V

Espero que todo esto no se pierda tan rápido, como esa hoja tan tardíamente juvenil de, se podría decir, culebrillas escurridizas y truenos en las venas.

VI

Podrías ser mi trabajo a tiempo completo, saltamontes.

VII

Que esto se convierta en una especie de simbiosis fumadora.

VIII

Ya estoy llegando a la estación y siento las orejas adormecidas y frías de tanto escuchar las canciones que me hacen recordarte: ya van siendo seis, y van cuesta arriba.

IX

No digo que la egolatría sea mala, pero de vez en cuando es bueno saber que los columpios son mejores cuando alguien está para darte impulso y apoyo si acaso te conviertes en un copo de nieve o una anacronía sin flechas.

X

La batería del celular no ha bajado desde que comencé a escribir. Supongo que andaba necesitada de tentativas cronopences y demás adjetivos inventados que le darían fuertes dolores de cabeza a cualquiera de mis profesores lingüistas.

XI

Ah, quiero caer. No tengo ganas de nada. A veces siento que no soy lo suficientemente importante o cronopio como para poner tus báculos en orden, como para sentirme rey siquiera un minuto de la alquimia de tus labios, del poliedro escondido entre tus cejas o de la pequeña simetría que existe entre tus piernillas de camaleón confundido. Y no espero más de ti, que quede claro.

XII

Qué rápido se me desprenden los fuegos artificiales de la lengua cuando siento que importo una golondrina muerta o una colilla de cigarro en medio de la acera a las doce en punto.

XIII

Tómese el punto anterior de manera optimista o pesimista; todo depende. Depende.

XIV

Esta chalina se ha vuelto una especie de dulce mascarilla: no me la quito de la barbilla desde que sus rododendros se entrecruzaron con mis piernas.

XV

Yo que me llamo Aaron,
y vosotros sois los misántropos.


martes, 25 de junio de 2013

Ramecundillos fulijantes cuellilargos y acomplejados que juegan con los fonemas como si fueran rompecabezas roídos o naipes sincrónicos, por qué no.

Te recorro como si fueras
algún palíndromo o capicúa,
una suerte de distopía acomplejada
que quiere ser fúnebre y finita
pero no puede dejar de lado
su diacronía de funambulista
sempiterno y pequeño.

domingo, 23 de junio de 2013

Y aun hay más

Son los tagadás oníricos, apenas los tropiezos,
los paneles solares que tienes en los ojos, el monóculo
de oro que se desprende desde la coronilla de Dios,
las bateas sepias a sobre las que floto,
los saltamontes que me rodean
tregua catala tregua catala tregua espera
dos caracoles estrellados con la pared, sollozando
lamentándonos por ser lentos y moluscos,
optimistas y urbanita,
por dejar pasar todo
como se filtra el café
en el sofá.
No lo sé, vivimos entre diéresis
fumando en los Campos Elíseos
suponiendo que me extraes por telepatía
entre Capote y Cortázar
y frenamos cuando empieza a llover
y se nos hace muy fácil reír
y dejar que nos reprendan después
¿por qué, saltamontes cronopios,
por qué las ansias tan prematuras
de suicidio?

sábado, 22 de junio de 2013

Muy a gusto

Tal vez la felicidad sea quemar caracoles
temblar de frío en el pasto
sentarnos con las piernas entrelazadas
jugando, tocándonos,
sonriéndonos sin saber por qué
quitándonos las edades y
fumando, más que todo
fumando hiperbólica
y embrolladamente,
fumando, fumando
como un mantra
suicidándonos poco a poco,
pero contentos.

jueves, 20 de junio de 2013

Oda a las mujeres

Lárguense ustedes
a la última arista del fuego
a la viscosidad del sexo solitario
lárguense
con sus senos alienados y confusos
y húndanse en las arenas pusilánimes
e intranquilas
a ver si así, a ver si así,
ateneas del mundo,
siguen igual de felinas con nosotros
los mortales.
A mí no me dan asiento reservado, yo que ando tan mal de la cabeza... Desordenado y confuso, capicúa y puercoespín.

Albur

Bajo el puente aúlla Franco
con sus tirantes de cuero y pestañas
con su barbilla afeitada
y dos pares de converse sucias
talla 4, negras todas
como los cigarrillos que se fuma
junto a mí y nuestras derivaciones
en el Patio de Letras
y los espacios metafísicos que coexisten
entre las palabras que nos decimos.

miércoles, 19 de junio de 2013

Tal vez y solo tal vez

Nos estamos matando en HD
no podemos con nuestra sangre camaleónica
tan pasquín setentera y Lucky's convertibles
llenos de dudas y exaltaciones que nos es difícil controlar
por lo menos a mí
porque soy un niño
a veces tengo diez años
y no hay nada más cotidiano
que echarme húmedo
a la lava ardiendo
pacífico
al infierno de Dios.

lunes, 17 de junio de 2013

Franco y la niñez

Estallando en gerundios y dependes
en las galimatías irrisorias
del niño jitanjafórico que soy
gritándole a las siete dimensiones  
porque mares solo hay cuatro 
intentando prender un cigarro
y quemarte el dedo poco a poco
sin darte cuenta adormecido 
transcurriendo todo en un espeso 
ambiente que a veces se confunde 
con una lengua amerindia 
o un dragón, por qué no. 

domingo, 16 de junio de 2013

No existe una razón por la cual yo haga esto, de hecho, esto tampoco existe, tan solo un juego de símbolos y conexiones cerebrales, descargas eléctricas que no matan, actuando rápidamente tratando de interpretar estos símbolos que terminan por no tener ningún sentido para nadie. Es o no es, es o no es; no es.

Mónica Yaji, archifonema rutilante.

sábado, 15 de junio de 2013

Panfleto

La luna también me mira por un telescopio
nadie me acepta sin reproches
solo lleno cédulas anónimas y vacías
en el irrisorio cosmos que es el mío
lleno de cosas abandonadas,
a blanco y negro
y a colores,
polaroids y libros
with nothing but magic dentro.
Fantástico.

Altamente juzgable y jugable

No diré tu nombre
ni te diré lo que me pasa
pero ensimismaré tus neutrinos
y los haré volar sempiternamente
sin que te des cuenta
tú pensaras que viento y molino
y prado y pestañas
pero volcanes y oro
con saturación recobrada.

Sacaré sobresaliente
sarcásticamente
revolveré los ceros
dramáticamente
saldré de la pantalla
y sacudiremos
tus sueños misóginos
con una minivan
oxidada
y retorcida.

miércoles, 12 de junio de 2013

Cómo odio los intelectuales, tan petróleos, tan soberbios y se podría decir que cabezones. Son extremadamente cabezones, en todos los sentidos. Cómo odio a los intelectuales, cómo los odio, cómo me repugnan sus hojas oscuras y su letra tan pulcra, cómo odio su aire al mediodía, son grabadoras baratas. Y cabezonas. Cómo los odio. Y yo tan pequeño hijo de chucho pequinés que no debería dignarme a tantos fonemas iracundos.

Celuloide

Porque apagué el cigarrillo en la concha de un caracol el doce de mayo en el peldaño, en la bajada Balta. Porque no pude dejarlo así, tan molusco, tan tabaco, así que lo lancé al mar, para que Poseidón se encargue de sus despojos y sus babosos multicolores poemas. Mientras surcaba la neblina lo pillé maldiciéndome en una voz baja, gutural y caracólea. "¡Déjame volar, Aaron!"

viernes, 7 de junio de 2013

¡Pero qué saturniano el jilguero de tus cejas, Maco!
Yo también quiero serlo,
yo también quiero
ser un peldaño
un tornillo
un pequeño
llavero
oxidado.
I

Qué similitud tan irónica entre "hombre" y "hambre".

II

Debería estar feliz, debería. Pero qué corriente, qué homogéneo es ser feliz: 
yo prefiero estar de esta manera indescriptible, voluble aunque perceptible
así, tan simple, que se nos agolpa el clémiso pero no caemos en hidromurias, no,
eso déjaselo a los que hablan de amor: nosotros caemos en mierda hispana.

III

Que quede claro que no sé ni lo que escribo. 

Quemen los carteles de Stop

¡Preparaos, jóvenes mandrágoras!
Tensen sus dominós, muestren los dientes
de sus esfinges, ¡preparaos,
pequeños saltamontes de llanto!
Pulan sus demonios y toquen los tambores
adolescentes ardidos
¡Y preparaos para
las risotadas rocambolescas!

jueves, 6 de junio de 2013

No respiro aire

Noctámbulas las liras que se pasean fumando la vida,
transcritos los fonos que te arrebatan las sonrisas y te
acarician cruelmente mientras tú gritas: ¡No, Estocolmo! ¡No, Estocolmo!
Y Estocolmo te acelera a mil por segundo mientras se ríe
con una boca de ojeras y noches sangrientas, de decepciones
y fotos acarbonadas, entonces te mira los dos y los fas para
conocer tu ritmo/sordera/magia maquiavélica que escondes
en eso que los mortales llaman alma.

Noctámbulos los pequeños ardores que me produce
verte todos los días en mis hectáreas de poemas
y no poder conjugarte ni usarte como verbo
porque contigo no hay sinapsis.

miércoles, 5 de junio de 2013

Lilí Ann y sus fuertes caídas

El prisma transparente e invisible, casi inexistente
de Lilí Ann y sus dragones violeta se ha derrumbado,
los ciervos saltaron sus alveolos,
las catapultas gimieron mientras les obligaban
a asesinar a su reina,
sus esferas de oro se quemaron con el antiguo
fuego negro
que yo aaróneamente confundí como la euforia
de sus venas.

La escala

Ah, la escala del poder en miniatura,
monarcas de medio metro, coronas eufemísticas,
hojas firmadas en la enferma oficina,
sarcasmo como credo de su dios saturado,
ronquidos de calabozo, el cuarto poder más agonizante
que aquel cráneo cubierto de polvo y sangre.

Carpetas de a dos

Tanta flacidez y oclusión glotal,
tanta mediocridad, cientos de puntos rojos,
cientos de miras, francotiradores con polos
de Black Sabbath y un pequeño ariete
de mujer, tantas manos sudadas,
tantos peces fugados, tanta
matanza cruel de rododendros
en la clase.

lunes, 3 de junio de 2013

En qué estación me bajo

No somos nadie
somos dobles negaciones
el reverso de la tela
que nunca ríe
ni seca desiertos,
somos pequeños
recicladores
que recogen las sobras
los restos
del estigma de Maco
de las cruces de Maco
y sus cicatrices
sempiternas
y sus ojos
de cuarto menguante.
Pero qué manía
de darme cuerda
los dos de junio
de atarme y adormecerme
cada plenilunio
qué manía
de aparecerte
como un fantasma
como un espejo
como una puta dríade
que no se cansa
de desencajarme
las correas.

domingo, 2 de junio de 2013

Par(ente)sís

Y la risa como bombardas
amor al revés explotando
al tocar el suelo, la mierda
de Apolo, de Pilatos
al tocar el lodo de tus
Converse sucias y sobarme
el cuello, tirarme bajo algún árbol
y ponerme a fumar
y exhalar tu olor
y follarte poco a poco
mientras pienso en tu blusa rosa
y amarilla y de cómo ponías Saturno
contra mí en tu mesa de oro
y odio.
Deja de temblar y darle serenatas a la muerte,
tus gruñidos me superan, tus orejas me separan
no presiones el botón de suprimir
con tus pequeñas patas delanteras,
no me digas que tienes miedo, que hambre,
que menos mal que estás porque si no los topos
nos asfixian, Liw, a mí también, comprendo
tu misantropía, las ganas de morder la mano
que te acaricia, de masticar huesos roídos
y clavárselos al primer ramecundo que se te cruce
con sus monedas amarillentas y sus postales de Dios.