Atácame con flores
mientras tiemblas
e insuflas
cuervos
en la minihectárea
rastríllame los dieciséis años
y las seudoetapas
mientras
hijo mío me dices
hijo
tuyo
soy
si hablamos genéticamente
pero sigo con la infame tesis
de que hemos debido nacer
sin evas ni adanes
ni plumas ni costillas
ni besos ni palmas
ni sexo
ni sexo
porque, amor,
siendo certeros
como flechas o colibrís,
debemos admitir
que lo de nosotros
está al margen de la vida
no encajamos
en ninguno
de los millares de infiernos
porque, créeme,
los estoy comenzando
a visitar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario