El año de los engendros
cuyas miradas dejan estelas
y arrancan mariposas de las lenguas,
mil novecientos sesenta y nueve,
anumeral, crisis por las calles
llenas de piedra logoclónicas
y regadíos infantiles en subida.
Yo te conocí en Nueva York
junto a pechos desnudos
en medio de una ciudad sin globos
en la lagunas pulmones cisnes,
estabas allí, dubitando, polo gris a rayas
y amarillos ojos estrábicos
combinabas muy bien con el sol y la
extravagancia que reinaba,
yo te conocí con tu primer fernet en los labios
y un par de asteriscos en el océano.
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