viernes, 19 de julio de 2013

Todo tan veloz y desliz

Tanta perorata y aquelarres de alquimistas misóginos,
tantos proemios para terminar diciéndonos lo mismo,
quiero crear neologismos, quiero que tu idioma
influya en mi lengua, que seas mi supralecto,
que busques la piedra filosofal
en el hexágono no convexo y lleno de lunares
que se excomulga a lo largo de tu cuello,
dibujando las rieles de un tren,
una rayuela llena de semen y procastinación,
quiero que me dibujes con crayones una sonrisa
exasperante, que me esculpas las clavículas
con plastelina, con láminas de saliva,
ideas inconexas y megáfonos disruptos.

Tantos exámenes suspensos y alterados, llenos de calumnias
y exabruptos y explosiones y volcanes de mora, de grafito,
de atarantamiento e inacabable recursividad chomskiana,
de ganzúas y cafés arrastrando las cornisas del esnobismo limeño,
Starbucks ardiendo y la sirena cogiéndose los pechos,
gimiendo, llorando, comiendo rosas y vinagre, por cien años.

Tantas fotos que capturan novatamente los saltillos ridículos
de un par de muchachas con piernas húmedas
y sus numerosos pretendientes, y sus pantalones
para piernas delgadas, ajustados retazos de denim importado,
qué poco salmones me resultan todos, qué cetáceos,
apuesto que se sorprenderían más con Disneylandia
que con este par de historias rocamadourianas que tengo
enfoldadas y altamente perfectibles, aquí, o las anacronías
sobreviviendo convergidísimas a través de los chalecos grises
y las zapatillas rotas.

Tantos días colibríes y sin verte, tantas tardes sin tocarte,
tantas interedentales atabirriadas y tríadas difusas
que nos infunden miedo con voz bizarra y mística,
tanta asimetría de labios y vocaciones, de orientaciones
y oblicuidades, tanto abocinamiento de cicatrices alcoholizadas,
heridas de guerra y supuración desmensurada de tequieros y
porsiempre y no sé si seremos los únicos, pero.

Tanta cháchara y aglomeraciones no específicas
de insectos rastreros, tanto popurrí de eslabones sin cadenas,
tantas cadenas sin negros y negros repletos de libros,
el pansexualismo a la orden de la tarde, la duda cartesiana
horneándose a más de trescientos grados franquígrados,
prometo llevarte al Teatro de Nantes si me lo dices,
no importa en qué idioma, no importa si en haikú o soneto,
si en remedos o nonsenses.


No hay comentarios:

Publicar un comentario