Antes que me olvide.
Soñé difusamente que iba a tu casa por las paranoicas ansias de verte: crucé
por lo menos una veintena de puentes y callejuelas pútridas y basurales antes
de llegar a una bajada frente a un Plaza Vea, rodeado por un bosque. Caí en
cuenta de que el bus no pasaría por tu casa. Bajé ansioso de allí,
pues estaba asustado, perdido: era la primera vez que caminaba por esos
lugares. Me proponía subir entre los ficus, cuando tres jóvenes se me
acercaron; pude vislumbrar el destello de una navaja entre los pulgares de uno
de ellos, además de algunos sobres transparentes de cocaína o algo parecido.
Supongo que me golpearon, pues a partir del momento en que el de polera
amarilla se acercaba a mí, todo se volvió neblina y confusión. Varias horas
después, pues era de noche, desperté, y tenía un libro y un estuche en la
mochila: era un poemario de César Moro y un CD de Amelié.
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