lunes, 16 de septiembre de 2013

Cuestiones eólicas

Una muchacha tan tramontana que los cangrejos y las ostras se aglomeran ansiosos bajo sus pies esperando la ruptura de sus cráneos. Ella -llamémosla Lucía- evita como toda burguesa señorita limeña rodearse de la escoria travestida en las noches de aguarrás, pero no puede ocultar el deseo que le ruge de calzarse cuero y puíllas en las botas. Vislumbramos todos sus eternos espectadores a través del poliéster una herida en la nariz respingada, y nos reímos de su madre en Dubai que no sabe ni quiere saberse su prole.

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