miércoles, 13 de marzo de 2013

Los jóvenes cargamos nuestros arcaísmos
como cetros de oro, como fósiles de batracios;
nuestros oropéndulos como ídolos subjetivos,
como grecias, como mesopotamias submarinas;
nuestras papeletas como campanas de furia,
como utopías sin sangre, como abismos tercermundistas,
los jóvenes cargamos nuestros amores
como una espina constante que nos punza y duele
pero nos causa un placer tan colosal
que nos obliga a arrodillarnos y vivir para ellas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario