Entonces
un poeta con el meñique orientado hacia el lado contrario
dos
ventanas fogosas y un olor a noche férrea,
pasiones postergadas,
porque es
San Valentín y no hay nadie y qué nos importa un santo aquí no tiene voto
y me
pongo a escribir poemas que no anexo porque hablan de paranoias que imagino
recostado
en mi verano, poetizando tus saltos sagrados en rayuelas
y los
golpes brutales con que rebazas mi alma erecta con el eslabón perdido
y tres
gotas de uranio con que me acaricia tu boca afiebrada.
Entonces
un poeta con los tres ojos entrecerrados, la boca entreabierta y el corazón qué
colores,
el
corazón abiertísimo,
más
abierto que la quimera dorada que pelea todos los días contra
mis
insistencias de indigente que nunca supo coger una pluma ni ha leído a Lope de
Vega
pero sabe
que tienes un problema escondido en las cejas
y palpita
cada vez que estás a punto de pisar la hierba de mi frente
y los
blogs que leo y la esencia de este vientre que eres tú.
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