lunes, 25 de marzo de 2013

Ayer estaba buscando una deidad tras la cola,
y los ojos entrecerrados intentaban fraguar
el frenesí del deseo y la indecisión y el cansancio
y por qué no puede hacer uno lo que quiere
si tiene camaleones como para escalar los Himalayas
y a Hemingway y hastiado de haber sido tan
cronopio
tan cronopio
cronopísimo
al límite, al borde del abismo perpetuo, del infierno,
del comienzo del nuevo túnel y la nueva caída.


Ahora se está columpiando y le palpitan corazones
en diferentes partes del cuerpo, hoy se siente
más cronopio que el treinta y tres de abril
y una copa de Dalí y un collage de Sabina
y un poema de nadie experto, porque los días
son así de bipolares para nosotros
los jóvenes
caleidoscopio.

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