miércoles, 23 de octubre de 2013

De esperas y teléfonos

Diez minutos le doy
diez minutos
-sucios parapentes
espera insaciable
triste jitanjáfora-
y no llama
Francovsky no llama
memorizo cronómetros
busco las manecillas
por entre las patas
y los onces
y los doces
y los extáticos treces
tosen
en medio de la prisa
yo anumeral
me encuentro
llevando la basura
a la esquina del delirio
al pozo de Murakami
entonces me detengo
cojo algún auricular
con mis manos
llenas de mierda
marco el número
de su teléfono descascarado
-retumba el trueno
incesante espasmo
estático paroxismo
rebota por los universos-
y contesta
Francovsky contesta
cruza por mi mente
un pequeño ajolote
sonriendo allí donde solemos llorar
escucho su voz
-flauta de caña
trasfondo de autobuses
monosilábicamente el Olimpo-
me recuesto lentamente en la pared
sobre la que descansa el teléfono público
le levanto el dedo medio
no sé a quién ni por qué
abro un libro de Capote
en la página cien y ciento uno
y lo dejo allí, a ver si me dice algo.

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