Escrito hace muchas tardes,
cuando el pasto era de ambos
y la lista de reproducción
aún no tenía nuestros nombres.
Con los retazos oxidados cubriéndote
el par de aún extrañas vibraciones
me acerco a ti, colonello,
con prolegómenos de más de una hora
y olvido muchísimas generaciones
de buenos modales a la europea y líneas rectas,
brevemente te pregunto con los labios
si tú también cruzarías el puente colgante
si te desenroscarías del destino unos años
si las dudas o las noches tendidos por allí
y así un grandísimo e indirecto cuestionario
interrumpido por las esporádicas risas nerviosas
que tú tardaste un poco en responder.
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