domingo, 2 de junio de 2013

Deja de temblar y darle serenatas a la muerte,
tus gruñidos me superan, tus orejas me separan
no presiones el botón de suprimir
con tus pequeñas patas delanteras,
no me digas que tienes miedo, que hambre,
que menos mal que estás porque si no los topos
nos asfixian, Liw, a mí también, comprendo
tu misantropía, las ganas de morder la mano
que te acaricia, de masticar huesos roídos
y clavárselos al primer ramecundo que se te cruce
con sus monedas amarillentas y sus postales de Dios.


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