Lárguense ustedes
a la última arista del fuego
a la viscosidad del sexo solitario
lárguense
con sus senos alienados y confusos
y húndanse en las arenas pusilánimes
e intranquilas
a ver si así, a ver si así,
ateneas del mundo,
siguen igual de felinas con nosotros
los mortales.
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