Son los tagadás oníricos, apenas los tropiezos,
los paneles solares que tienes en los ojos, el monóculo
de oro que se desprende desde la coronilla de Dios,
las bateas sepias a sobre las que floto,
los saltamontes que me rodean
tregua catala tregua catala tregua espera
dos caracoles estrellados con la pared, sollozando
lamentándonos por ser lentos y moluscos,
optimistas y urbanita,
por dejar pasar todo
como se filtra el café
en el sofá.
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