Me gritas antifaz y la lerda luna
tropieza con halajas y querubines
en su reino osamentas sufren arañan
cuando llega el rictus mortis
cuando vibra incesante la campana
que asesina el movimiento.
El tintineo de mitades sobre octubre
esgrima y escudo de ruedas silentes
giocondas se suicidan
poco a poco zurcen
sus dóciles parricidios
y las miradas fijas
que tanto os atormentaron.
Algún monaguillo celebra su cactario
forman los mercurios tumbas apátridas
cuyo epitafio escupe un oxímoron
le faltan engranajes a las cinco
a los relojes anacrónicos
que despiden sus arrugas
llenos de moretones cinematográficos.
Las horas se alargan
más narradores se extravían
pelotón de fusilamiento
tras la feria de las comas
ojos caminan aprisa
como si fueran a algún lugar
juegan los meñiques
buscan la equis
y oh la eufonía.
Entonces amanecerá.
Pero nadie nunca entedió
que esta solo era una manera
de tensionar más los ecos.
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