Aaron Gallardo
jueves, 30 de mayo de 2013
Los verdaderos ramecundos fulifantes
Pero la vida me pisa los riñones
y mi hoja no se quema con el fuego,
sino que se parte en dos
para caer lenta y caracóleamente
al pasto lleno de agua y cenizas
y colillas fundiéndose
con el lodo que se forma
en las letras de tu nombre.
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