domingo, 5 de enero de 2014

Larra

Larra, liana mía, lirio mío, lascivo enrredo, doble respingar, que calce con tu nombre. Larra, milonga de sábados, chascas tu lengua, tu dedo meñique recorre la taza de café marcada por tus labios, lila. Me magullo cada que lo haces. Liviana, pajarilla, te levantas del piso cuando canta la Buena Vista Social Club, bolerito, murmullo radiofónico. Tin-ti-ne-as. Das pequeñísimas cabriolas y todos te juran áurea y flotante, de helio. Yo le doy vueltas a la sala firmando en cada oreja que eres mí-a, Larra, mientras oscilas con tu whisky on the rocks. Vas acercándote a mí, o me parece, con los largos dedos confabulados en un signo como de bendición y resbale; de más está aclarar que sonrío y soy marqués. Dos metros nos separan. Una tijera y cortadlos, cortadlos, por favor. Unodostrés, unodós, valsífera, ya estás aquí. Urgí. Alzo mi mano al nivel de la tuya, Hola, Alfonso, miras tanto, Cómo está, Larrita, han sido lustros. Oh sos un colibrí, etérea. Ya no hablamos más. Música son tus tacones al golpetear el piso de madera, lírico el retazo de vestido que acaricia mi muslo sin querer. Volcanes down there, Larra, te quiero mía. Te vas. Te sé.

No hay comentarios:

Publicar un comentario