Y sentía tus manos dardas y certeras
te construía un rascacielos
solo para trepar las cuerdas
y pegarle un tiro a las nubes
hasta tallar tu nombre
donde Dios nunca llegó
Tristan Tzara ya lo dijo:
cuando mi alma pretende
perderse en la noche
solamente tu recuerdo la detiene
con invisibles dedos de espectro
pero tú persistes estocado
te espasmas
en la bucle del laberinto
pequeño eres cabaña eres
y cómo te gusta horquillar
los angustiosos signos de interrogación
cómo te gusta
fusilar las incongruencias cómo
cómo no abrazas nada cómo
cómo desnutres
todo lo que alguna vez supe cómo
Francovsky
cómo
haces que el amor luzca como una pelusilla.
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