martes, 31 de diciembre de 2013

Elegía al verbo

La inevitable curvatura
se distorsiona una y otra vez
el rostro fruncido de las palabras
arden de frío o de fuego
pintados sus labios de sonrisas
diligentes se cercenan con un pañuelo
amarrado en las piernas abiertas
visten de galaxias purpúreas
y puercoespines olvidados
desde daguerrotípicos criminales
a las más artísticas formas de venirse
impedidas de forjarte la daga
con que partir en dos tus pies desnudos
interceptan nuestros agrestes caminos
mas los retumbares no me erectan ni un cabello
porque si tú estás ¿quién necesita pronombres?
¿quién necesita secretos cuando tú estás cian?
¿quién necesita los quienes si vos sos quien?
entonces así como quien no quiere la rosa
como quien no quiere ya más que arcaísmos
me recuesto en un sofá degollado
abro un amnésico libro circuncidado por grafito
lo lanzo al cielo y me grito
qué putas vine aquí a decir.

Desde la felicidad eterna
los linderos se arrancaron los ojos
y vos tenéis la culpa.

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