Ni los sábados anestesiados
zurcen nuestras perfectas digresiones;
¿irán tus miríadas de negros faisanes
a reposar en mi pecho acordeónico?
¿Picotearán hasta quedar dormidos
y yo poder hacerles nuestros?
¿Qué punto tiene saber perfectos
de ojos de virreyes, piel de escandinavos,
mitos griegos, torturas chinas, botánica,
engranajes, senderos y el hambre en Etiopía
si resumes el mundo cada vez que me miras?
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