Avecilla hexápoda
reposa tus sables
y la viscosa levedad
de tu incontinuo arrastre
contra las ventanas
en esos rojos omnibuses
ruge las plumas transparentes
que te predican las manos
extrañas y cinísimas
sobrevive las manos rotas
que a fuerza de viento
intentan derrumbarte
tácitas y repentinas
mira
repite
toca.
Entonces pósate en mi mano.
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