jueves, 31 de enero de 2013

Monomorfemática

Y era solo el principio,
porque después del gliglicismo
empezábamos con las alteraciones: 
yo soy tú ven que soy Dalí y tú 
Nicanor y yo 
Batania
y qué te pasa, Aaron, 
nadie es 
Batania;
luego las alucinaciones
sin alucinógenos,
la libertad 
con tu libertinaje de a dos,
la entreplumación 
sin plumas
y yo intentando inventar
un soneto que le sepa a miel,
porque también me enamoré
de la abeja reina,
la de siglas morenas,
la monomorfemática.

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