lunes, 4 de febrero de 2013

Las palabras acandelabradas, las cuerdas
son muy De la Barca;
ahora toca hablar para todos y nadie
no es vanguardismo, es una mente desordenada
y no creo que a esto se le llame poesía,
porque a los puntos cursivos en las íes las siento muy napoleónicas
y a los epítetos de Homero
quiero que ser los cargue un erizo de oro.
Tal vez sea porque tengo dieciséis
y nadie quiere a alguien
que suelta blasfemias a media tarde
y pinta de rojo la luna
porque se cansó de ver la noche tan en escala de grises.

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