viernes, 1 de febrero de 2013

La parsimoniosa, la pedregosísima,
la que ama poquísimo
y besa mucho menos,
pero cuando lo hace
cien cornocopias marchan afelinadas.

La mil alter egos, la que te quiere holgada, holgadísima,
la que te quiere enredado, furioso, desdoblado
la que te sorprende oliendo sus pasos
como un canserbero.

La mil cabezas, la heraldo negro,
la dueña de las golondrinas de Bécquer
cuyos nidos nunca vi en mi balcón,
por más que les rezara.

La encrespada, la de brazos clemátide
que te envuelven y te dejan caer
hasta que te sientes
un fósforo solitario en un mundo de vértices.

La que no dice amén,
sino amen,
así,
sin tilde.

La acertadísima, la luz del sol donde el sol la toma.

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