domingo, 4 de mayo de 2014

Rizos y más rizos

No estoy lívido,
tampoco he tardado mucho en volver
el cristal me lo dijo:
aún juega a empañarse

Los relojes mienten
con sus sátiras colillas
medio barrocas y de acero
¡qué sirimiri!
¡y qué elegantes las lágrimas
que nos cauterizan
santificando la misma rivera
de nuestros rostros mal lavados!

Pero yo soy la desvalida escalera
-maldita sea la palabra-
sobre la que retozan pequeños bichos blancos
segurísimos de que
les comparto la herrumbre
de mi desasosiego

Y también la afonía de gigantes
los viciosos instersticios
en que un gritillo se escapa
de la agria cúpula yavética
que pierde en el eterno combate
-over and over again-
contra la temblorosa úvula
cuya prole nos esclaviza
hasta el límite
de las más negras gunfias

Soy la caricia
que pudo suicidarse en tu frente
pero que una dubitación acuática detuvo
parabien -los espacios sobran en la poesía,
por qué alargarlos si solos se desdoblan-,
así se me dijo cómo el meridiano
y cómo tu cuello y cómo tu estambre
morderdura infinita
pequeña peste
también soy.

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