miércoles, 17 de octubre de 2012

Miramos los tristes poetas
que quietos miran
el pasar 
y pasar de las tardes
como tratando
de mirar más allá
de los crueles ojos rojos
de los transeúntes.

Miramos las nubes melancólicas
flotando en el cielo
como si quisieran
por un segundo
sentirse dueñas 
del escenario
y cubrirnos
con sus lágrimas.

Miramos los abismos 
que se forman
entre las gentes marchitas
que se aquejan
en un infierno silencioso
y el brillo
o lo blanco
o lo amarillo
o lo feliz.

Miramos el amor
escurriéndose por cada rincón
por cada nariz
por cada canción
y miramos 
a las gentes
que no lo sienten.

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