Aaron Gallardo
domingo, 19 de agosto de 2012
Mi suave princesa dadaísta,
coges versos sin orden, enamoras al azar,
haces que el aire se rinda ante tus pies
y que los ciervos se difuminen en el vacío.
Mi suave princesa caprichosa,
te gusta que las flores oxidadas giren en torno a ti.
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