azul, pequeña, hedionda
aunque para los demás huela a flores acuáticas
una venganza-salitre
que te trepa las piernas, te rodea la nuca
se suspende frente a tus ojos, titila, como si sonriera
y desaparece sin una ráfaga de aire
no porque fueras a gritar
sino porque se es más desgraciado
con la certeza
de que puede anidar donde sea
de que aun sin verla
de que aun sin olerla
de que aun sin pensarla
ESTÁ ALLÍ, híbrida e infame
y tú eres su presa, un bocadillo
gordo, tartamudo e hilarante
como un ciervo herido, no, como un gusano de seda
que hace una mueca ansiosa
antes de eclosionar
por la fuerza horrible de dos manos juntándose.