jueves, 31 de enero de 2013

Monomorfemática

Y era solo el principio,
porque después del gliglicismo
empezábamos con las alteraciones: 
yo soy tú ven que soy Dalí y tú 
Nicanor y yo 
Batania
y qué te pasa, Aaron, 
nadie es 
Batania;
luego las alucinaciones
sin alucinógenos,
la libertad 
con tu libertinaje de a dos,
la entreplumación 
sin plumas
y yo intentando inventar
un soneto que le sepa a miel,
porque también me enamoré
de la abeja reina,
la de siglas morenas,
la monomorfemática.

miércoles, 30 de enero de 2013

Nos muntanean el zagol para que no megispateemos los mismos troplalines que nos vienen transvuclenado desde que se dieron cuenta que nosotros los nmemetixes somos demasiado jipluvianos, tropíferos, clentómanos y hutriongofolios como para empezar una roliona defendiendo nuestros flucuemas, y un poco de glíglico no le hace mal a nadie.

Poemarginado

Cuando tienes dieciséis...

Mediotinteros

A Martín Romaña,
y su exagerada vida.

Tal vez sí sea momento
de volvernos un poco locos
como los cronopios que somos,
o doblarnos en el recodo
de la calle más retorcida de París 
en mayo del 68
para no molestar a nadie,
porque fuimos tachados
con la tinta de esos burgueses mocasines 
y de las bizqueritas,
de mediotinteros.

Imaginar a Octavia de Cádiz
rodeada de Hemingway
con su España de utopía
y Sandra in the left, with her beautiful legs,
o la hondonada que se encuentra
en todo Francia
e Inés,
tan cansada,
tan convencida
que eras un
(¡Octavia de Cádiz!)
mediotintero.

sábado, 26 de enero de 2013

Qué te has creído
amordazando mis vilezas
empequeñeciendo los diluvios,
inyectándome tu uranio,
hasta que mi alma/biblioteca/lágrima/Cortázar
se colma de tu esencia/veneno/amor.

Qué te has creído
llevándome de paseo al Peloponeso 
de diamante,
a los estrechos de ensueños rojos,
a ver la cúpula de dos sombras
que quieren y no pueden
y quieren y no pueden
y pueden y no quieren
y aman.

Qué te has creído
conjugándome en tu futuro,
convirtiéndome en nada más
que en tu pronombre enclítico.

jueves, 24 de enero de 2013

Eternas flores

Charlie, un hombre viejo, desaliñado, está en un sillón con aspecto, más que triste, decepcionado; con las manos en la cabeza y una expresión vacía. Entonces recuerda a Flor y cómo la perdió.

Eran un grupo de jóvenes hippies en el auge de la psicodelia, las drogas y las resistencias sesenteras. Estaban todos sentados en una banca otoñal, rodeados de dibujos hechos de tiza, cometas y humo denso exhalado con fuerza. Se les iban uniendo otros conforme pasaban las horas: primero una pareja, luego los amigos de esa pareja y sus primos y sus tíos (todos más hippies y más pacifistas que el anterior), hasta que llegó a formarse una verdadera congregación de amenazas, como estaba de moda llamarlos. Entonces, una muchacha morocha, rulosa y con un aire fiero propone hacer un concierto allí mismo, por qué no, en vista que los oficiales ya se estaban arremolinando en torno a ellos para desalojarlos. Una más tranquilizada, pero igual de dispuesta la secunda, y así se decide cantar a Janis Joplin en medio del parque rodeado de oficiales y señoras hablando de lo mal en que habían caído los jóvenes en estos días, que sus hijos no eran así. Un joven Charlie, junto a una mujer psicodélica, que después todos sabrían que se llamaba Flor, fueron los primeros en alzar las guitarras y empezar con el bye bye, baby, bye bye bye, siendo seguidos por decenas de voces. Se armó un concierto de los grandes. Más jóvenes llegaban y cantaban y fumaban y se enredaban hasta quedar desnudos y con la libido por los aires. En un punto dado, y nadie supo cómo ni a qué hora, oficiales con escudos, cascos y lo que parecía ser bombas con algún gas, empezaron a patear muchachos y muchachas, gritándoles que desaparecieran de ahí e hicieran algo por sus vidas, empezando así un enfrentamiento donde se mezclaban el humo de los alucinógenos y el de las bombas. Oficiales y hippies estuvieron en una revuelta por más de media hora, así que los disparos al aire llegaron. Con el primer sonido llegó el primer grito, y los muchachos, horrorizados, voltearon a ver cómo la muchacha tan bella y musical que empezó con el concierto yacía en el grass con un hilo de sangre resbalando por su mejilla izquierda. Charlie, como era de esperarse, corrió hacia donde su verde amante, y, al verla ya muerta, perdió todo su pacifismo y empezó a golpear a diesta y siniestra, abriéndose paso entre los oficiales, descargando su ira, hasta que los policías lo golpearon en la cabeza con uno de sus escudos gigantes y se desmayó. Tras muchas maldiciones y heridas, se logró disipar a los congregados y llevar el cuerpo de Flor a un hospital, donde se confirmó su muerte.

Cuando Charlie despertó, tardó unos minutos en procesar todo lo que había pasado la tarde anterior, y, cuando lo recordó, intentó escapar de aquel cuarto blanco lleno de agujas y vendas para ver a Flor, a su eterna Flor, a su muerta Flor. En vano fueron los intentos de tranquilizarlo, así que tuvieron que inyectarle serias dosis de calmante.

Charlie ahora vuelve a ser el viejo sentado en un sillón, pero esta vez con una lágrima bajando por su mejilla, como la sangre bajando del rostro de su amada, entonces se recuesta, se duerme, y nadie sabe si vuelve a despertar.

lunes, 21 de enero de 2013

Nosotros los poemodependientes,
los futuros muertos por coma versílico,
por adicción severa a las tapas duras de los libros
y las palabras que rimen con tu nombre.
Valery, ausente Valery, corredora, volcánica, con la savia de tus besos carmesí  me he quedado, con el olor rebelde de tu cabello, con tus ojos fieros, áureos. Áurea Valery. Mis manos recuerdan tu cintura, los suspiros después de un abrazo, tu cuello caleidoscópico. Calesdoicópica Valery, ¿por qué no orbitas otra vez mi Saturno?

miércoles, 16 de enero de 2013

Otra víctima del idealismo

Qué placer al saber que usted
tan celeste y rosada y carmesí
también tiene un lado volcánico

Y qué desazón al darme cuenta
que las utopías no son ciertas,
que los altares son de cristal
y el cristal se rompe

martes, 15 de enero de 2013

El amor es una mezcla de odio y cariño y utopía y grandeza.
Rumbos paralelos, dos anzuelos
en un mismo río...
Chasing worlds was everything those times,
then the veins, the lack of faith, the uncrazyness
built a wall

maybe we should have looked
outside of our kaleidoscopic box

maybe we should have dreamed
of how it will be to grow up

but was that growing up?

is it giving up on your dreams?
make the reality kill you?
pay and pay and pay and live for five seconds and die?

tell me, humans, if that's the happiness you've always wanted.

You could have flown high
but you never did
'cause poetry killed you
sublimely, slowly, fleetingly
killed you, ma'dear.

lunes, 14 de enero de 2013

Te crees inmortal hasta que la conoces,
piensas que el amor es un neologismo, que solo flota en agua turbia.
Hasta que la conoces.

sábado, 5 de enero de 2013

Estamos en una crisis espiritual.
Me cambiaré de carrera
porque la de narcicista ya está sobrecargada,
lanzaré mis libros como cañones a media tarde,
conjugaré versos
con gorriones negros
mostraré lo que la juventud vale,
lo que puede,
lo que es

porque a lo mejor hay que empezar de cero,
avanzar con palabras,
apalearlos con ideales

deja de encerrarte,
living is not real with eyes closed,
misunderstanding all you see

que aún estamos a tiempo
para ser
personas
ni erizos,
ni fantasmas
ni marcianos
ni iratxes
sino
solo
personas.

Versífera.

Yo qué sé
nunca expliqué
tu manera de decir nada con muchas palabras
de decir todo con pocas palabras
de decir palabras sin palabras
y palabras libres
palabras vulcánicas, sin núcleo

o a tu voz de forastera intergalática
ebria de páginas renacentistas,
griegas, del boom
de libros rojos, de libros púrpuras, de libros poco menos inconformes que tú

o los verbos inventados que escribías
encima de portadas de Cortázar y de Poe y de Verne
de vinilos de Sabina y Vivaldi
de tu padre y tu madre y tu hermano y tu novio sin ojos
y la poesía memorizada que acabas de recitar jubilosa, invencible

Yo que sé de ti, problema violeta, yo que sé.

miércoles, 2 de enero de 2013

Pasa que no quiero tus canciones

Pongo una canción retumbante, estruendosa, clásica; y después de cuatro minutos con alma titánica se acaban las letras de protesta y comienza su melodía, los acordes oxidados que me hacen recordarla, amarla con vestigios. Cambio -irritado- de canción. Pongo una suave, melancólica, tal vez un poco triste, pero sin rastros de ella; y cuando los violines acaban vuelve tu canto maldito, tus voces de invierno. Qué pasa, le pregunto no sé a quién, uno ya no puede alejarse de alguien. Creo escuchar palabras del idioma que inventaste y el sonido de las monedas que le diste al mendigo después de conocerlo por más de una hora. Me voy a la sala y prendo la radio, donde suena una canción antiquísima, de esas que combinan con Shakespeare, y después, con un par de maldiciones mías en el medio, apareces tú otra vez, convertida ahora en la misma canción. Furioso, dejé de escuchar música. Qué curioso que la canción se llamaba Amor y Casualidad.
Este blog y estos poemas están como los últimos suspiros de Dorian Grey...